Alianzas inesperadas: Neverwhere

Columna de Patricia Carrillo: Alianzas inesperadas: Neverwhere

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En la víspera de julio, un mes significativo para el universo de Harry Potter, nos sumergiremos en otro Londres paralelo: el creado por Neil Gaiman en “Neverwhere” (1996), una ciudad habitada por la magia distópica y lo que ella involucra: escenas diversas, peligros inminentes y seres fantásticos que convergen con varios personajes para llenar el cúmulo de páginas que nos llevarán a puerto.

Con un ambiente sumamente palpable, fiel al estilo de Gaiman, este título sigue a un rutinario Richard Mayhew que en los azares de la literariedad ayuda a Puerta, una chica herida que lo termina llevando a un submundo londinense que mezcla la realidad con lo sobrenatural. Si bien el autor es reconocido por obras clave del género como “Stardust”, “Coraline” o los cómics de “The Sandman”, en “Neverwhere” afila este Londres alterno como una constante crítica hacia la distorsión de la sociedad en la que coexistimos, donde la invisibilización se convierte en herramienta de sometimiento y donde se potencializala lucha por un poder que avanza sin miramientos.

Dentro de los atributos de esta novela se encuentra la miscelánea de fantasía urbana del Londres constantemente idealizado y la mirada crítica a la sociedad compleja que, cabe recalcar, fue pensada en los 90; la visión de lo que sería en el año actual quizá requeriría de otras fuentes fantásticas para mantener esta encomienda literaria invectiva.

Pero he de admitir que recordar “Neverwhere” no ha sido casualidad. En este mundo contemporáneo donde los cambios abruptos, las decisiones y sus consecuencias, así como el inevitable avance del tiempo con lo que ello conlleva pareciera ser cada vez más vertiginoso, el encontrarte en el sendero a quienes se conviertan en tu equipo es esencial: algunas personas ya venían contigo, otras se van sumando -o restando- y algunas más coinciden en el tiempo y espacio adecuado.

En mi vida personal-laboral, tienen nombres: Adriana, Marcy, Diana, María, Alex y Christopher. No batallamos contra ficticias criaturas bajo la lluvia del Reino Unido, pero sí a veces aparecen otro tipo de multifacéticos némesis. Y no es romantizar esta cuestión del trabajo en conjunto, ni la obra de Gaiman pretende ser didáctica, pues toda relación interpersonal tiene sus propios matices; en la novela, Richard, Puerta, el Marqués de Carabás, Hunter y otros actores que van emergiendo conforman un improvisado equipo, ¿para qué? Para navegar por esta alter-ciudad peligrosa llena de fantásticos seres y riesgos.

La colaboración es fundamental, pues no son personajes perfectos, sino que cada uno aporta desde su fortaleza. A través de la historia, se ven reflejados aspectos como lo que representa la confianza mutua (sobre todo en situaciones extremas), la resolución de conflictos, el superar obstáculos que nadie desearía e incluso el crecimiento personal.

El final de esta narración es concreto para el destino de cada uno de los personajes, pero, a la vez, es una ventana abierta a la interpretación de quienes leemos esta ciudad de arriba y de abajo, o quienes vivimos en nuestras propias dicotomías. Porque cuando llegamos a este punto, definitivamente ya no hablamos de Londres.

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