Breve crónica entre naranjas y zanahorias

José Luis Ripoll Gómez: Breve crónica entre naranjas y zanahorias

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Caminar por calles y adentrarse en los mercados de cualquier localidad te proporciona “pueblo.” Conocer a personajes urbanos posibilita entender razones y visiones de gente común en épocas donde la razón parece fábula. Nadie la posee, sino todo lo contrario.

Un jugo refrescante puede ser el antídoto contra los amenazantes 38 grados centígrados de la calurosa Mérida. Doña “n” nos recibe amablemente mientras con ligera sonrisa advierte a sus sedientos clientes: “Si tienen paciencia con gusto los atiendo.”

Sin pretender indagar en sus datos personales, en su vida privada, “la doña de los jugos” muy quitada de la pena, se abre a los foráneos, quizá motivada por la condición que somos perfectos desconocidos. Sonrisa de “oreja a oreja,” disfruta platicar mientras exprime naranjas: “Soy viuda en tres ocasiones, el primero fue por accidente en motocicleta, el segundo en coche y, el tercero, se infartó por discutir con su hija. Se lo dije, no discutas, pero era terco, no me hizo caso”.

Dos jugos mixtos (zanahoria y naranja) le solicito. Mientras con su cabeza asienta la orden. En su changarro se siente como “pez en el agua”. Ella manda. Es como el marinero que en su barco en alta mar no obedece órdenes. Es el que lleva el timón. El mandamás. El mandón que resuelve y dirige el navío.

La vendedora sabe cómo hablarle a sus clientes. Se avienta y limita a la vez. Ofrece de antemano disculpas por si invade área privada. Utiliza psicología común. Mira, observa y comenta. No estudió ni a Freud ni a Fromm. Conoce del comportamiento humano a base de la educación que le inculcaron sus padres. Es de la vieja escuela. Suelta sin reparo tener hijos con “valores de casa.” “Una bofetada y ves cómo te obedecen”. “A mí, así me educaron”. Se queja de las nuevas generaciones crecidas bajo el imperio de la modernidad tecnológica y “la cultura de la educación del siglo XXI”.

Sentencia burlona: “Ahora a las nuevas generaciones no les puedes levantar la mano porque los puedes traumar para toda su vida. ¡Que pinche ridiculez! Cuando ellos mismos son groseros y violentos”. Es la visión de algunas personas educadas en la vieja guardia, que sienten que no hay congruencia entre el actuar de las nuevas generaciones y la supuesta educación que reciben.

Dada la desfachatez de la vendedora, me atrevo a preguntarle, ¿está dispuesta a encontrar un nuevo amor?, “sin duda alguna”, me responde sin titubear. “No tomo alcohol ni fumo, lo único que sí, bailo y todavía hecho pasión”, sostiene sonrojada mientras suelta graciosa carcajada por sus fuertes declaraciones amorosas del nivel de las Kardashian.

Los jugos mixtos están listos. Con poco hielo le hago saber, asiste con un gesto. Lástima que el jugo duró poco, nos quedamos anonadados con la vendedora de licuados. “Trabajo de 8 a 8”. Para rematar señala: “Quien me quiera deberá tolerar mi trabajo que desde hace 45 años desempeño en este mercado”. Como ella son millones de mujeres, quienes paralelo a sus roles de maternidad y al trabajo se buscan el pan nuestro de cada día, sin renunciar a sus deseos y esperanzas humanas.

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