Café de letras
Todos los jueves de la última semana de cada mes, la biblioteca del Centro...
Todos los jueves de la última semana de cada mes, la biblioteca del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) es anfitriona de los degustadores del café y las letras. El programa Café de Letras es un espacio literario en un templo de la ciencia de altos vuelos. El mes pasado recibí la invitación a participar en este Café de Letras para charlar de mis obras y exponer mi visión sobre nuestro presente. Conociendo la trayectoria de quienes me han antecedido en este evento, no dejé de sentir un leve nerviosismo que desapareció frente a las muestras de aprecio y conocimiento de mi trabajo literario y periodístico.
La tarde lluviosa de ese día no fue impedimento para compartir con un nutrido grupo de personas que realizan un impasse en sus actividades encaminadas al trabajo de investigación científica para salir de ese mundo de lógicas, razonamientos, tecnologías y análisis cuantitativos y cualitativos que llenan sus vidas. Firmé autógrafos y artículos publicados en esta mi casa editorial, me sentí cobijada por estas personas que buscan a través del espacio literario adentrarse en una realidad que a veces raya en la fantasía, y en otras es cruda realidad. Quedé comprometida en lo futuro a realizar un taller de creación con los integrantes de esta sociedad del conocimiento.
La literatura y la ciencia han caminado de la mano, un ejemplo es Julio Verne, un hombre tan grande como Newton. Sus obras científicas y futuristas son impactantes. Alvin Tofler, autor del Shock del futuro, reconoce que su vocación de Nostradamus nace en Verne. Otro escritor con árbol genealógico lleno de eminentes científicos es Aldous Huxley, autor de “Un mundo feliz”, uno de cuyos parientes fue premio Nobel de Medicina, además su madre fue una de las primeras mujeres en estudiar en la prestigiada Universidad de Oxford. El abuelo de Huxley, Thomas Henry, es uno de los primeros evolucionistas y amigo de Darwin, el creador del “Origen de la especies”, obra que en todos los cursos de ciencias en la educación media es de lectura obligatoria. Existen cientos de ejemplos, como los libros de Isaac Asimov, y claro no puedo dejar fuera a Orwell.
Mientras regresaba a mi hogar, después de compartir con estos amantes de la ciencia y la literatura, reflexionaba sobre el papel de la ciencia en el mundo y no pude dejar de recordar mi mejor libro científico: Las leyes de Murphy.