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Es casi imposible que un ser humano acepte con facilidad, en primera instancia, alguno de sus defectos, incluso por más grandes que sean. Justo ahí radica parte de la perfección del hombre y la mujer. Somos seres perfectamente imperfectos.

Si nos ponemos a pensar en el camino de nuestra vida notaremos con cuántas cosas que nos incomodan de nuestra persona hemos lidiado, cuántas hemos vencido y lo fácil o complicado que ha sido. Hablar de cómo superar las fallas es algo muy común, los psicólogos lo trabajan mucho, pero poco se habla de las veces en que hemos tratado de esconder o evitar alguna virtud debido a que nos incomoda al grado de convertir una cualidad, una actitud positiva, algo bello de nosotros en un defecto. Nuevamente visualiza tu pasado y podrás darte cuenta de cuántas cosas buenas de ti has ocultado, porque, pese a ser positivas, te han molestado.

Ocurre que muchas personas nos hemos quejado, en cierta forma, de nosotros mismos cuando recibimos numerosas "solicitudes" de apoyo por parte de otras personas. En ocasiones podemos llegar a sentir que únicamente nos llaman para pedirnos favores o consejos hasta al grado de hartar y querer dejar de hacerlos. Algunos lo logran y cortan con la situación, ya no aceptan dar más apoyos sin ánimos de lucro y otros los siguen realizando pero con mucho enojo que convierte a la solidaridad en un enemigo incómodo. Las sonrisas ficticias pueden llegar a cansar y usualmente son más mortíferas que el enojo expresivo. Además, estar enojados mientras hacemos un favor no nos permite explotar nuestras capacidades al máximo.

Pero existe una manera de cambiar todo lo anterior, la cual encontramos en la forma como observamos el vaso: ¿medio lleno o medio vacío? Si las personas están llegando a ti en busca de un favor y es algo que comúnmente se repite, significa que algo estás haciendo muy bien, que tienes una virtud o cualidad diferente que brinda, además de cierta acción de manera excelente, la confianza de lograr que otros te busquen. Pero como estamos ya enojados por la cantidad de favores que nos piden nos cerramos muchas veces y perdemos esas cualidades y virtudes magníficas que invitaban a la gente a acercarse, a buscarnos.

Si alguien te necesita ¡a ti en específico!, vale la pena alegrarse, te están pidiendo que cambies su vida, puesto que te ven a ti como la persona completamente capaz de marcar en ellos o en cierto objetivo una diferencia abismal. Ojo, esto no significa que regales tu trabajo. La gente tiene que aprender a dividir la chamba de los favores personales. Una cosa es dar apoyos, dar consejos y otra distinta es regalar el trabajo, eso no es correcto ni sano, recuerda, también comemos. Tampoco, con estas líneas, te estoy incitando a ser permisivo con aquellos que desean cargarnos la mano; pero sí estoy recomendando que miremos con atención el panorama completo y no guardemos nuestras virtudes y cualidades. Y, aunque las cosas no deben hacerse esperando una recompensa, recordemos que favor con favor se paga y no está mal pedir un favor de regreso cuando ya hemos hecho uno. Lo digo dado que también resulta que algunas personas que suelen entregar mucho tienen luego miedo de pedir.

Somos demasiados valiosos, abramos los ojos y permitámonos disfrutar de la magia de la vida.

 

 

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