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Cuando leí hace algunos años la biografía de Steve Jobs, conocí el modo en que este visionario aprovechó el poderío del internet y la adecuada gestión de los datos, para alcanzar el ideal de cero inventarios en los productos de su compañía, haciendo que cada venta individual, al registrarse en cualquier tienda Apple del mundo y en sus medios de venta en línea, procesara en instantes la información para ajustar los programas de manufactura en la planta que los fabrica en China. Pero si este sistema es el sueño de administradores de empresas en todo el mundo, parecería contradictoria la tendencia que claramente coloca al almacenamiento de energía eléctrica en baterías como un componente fundamental para alcanzar la descarbonización del sector eléctrico global, y con esto la creación de un mundo verdaderamente sostenible. Tan sólo en 2020, la inversión corporativa de grandes empresas en medidas de eficiencia energética, redes eléctricas inteligentes, baterías y almacenamiento en general, se incrementó un 75%, y no se equivocan.

Los sistemas de almacenamiento de energía tienen la capacidad y la vocación de propiciar mejoras sustanciales a la resiliencia de las redes de transmisión y distribución, ya que ayudarían a recuperar más rápida y eficazmente sectores que salieran de servicio por diversas causas. La adecuada integración de baterías a los sistemas existentes puede aplazar las enormes inversiones que se realizan en nuevas plantas de generación, que muy probablemente quedarían subutilizadas al ser requerido su servicio únicamente para satisfacer picos estacionales y puntuales de demanda. Con el desarrollo de innovadores modelos de negocio y tecnologías de almacenamiento de energía será posible reducir sustancialmente la congestión en la red y satisfacer otros servicios auxiliares como la regulación de frecuencia y potencia, contribuyendo así a contar con una red pública de electricidad que sea confiable, segura, continua y de muy alta calidad.

Los sistemas eléctricos del mundo han funcionado siempre sin necesidad de crear inventarios o de almacenar el producto, la energía eléctrica siempre ha sido generada justamente en el instante y en la cantidad exacta que se demanda, y ahora parece que en el futuro las redes eléctricas no podrán vivir sin las baterías para almacenarla. Esto no es una contradicción, las peculiaridades de la industria de la energía permiten que con la ayuda de esos dispositivos las ventajas de un modelo de energía mas limpio y sostenible alcancen su mayor potencial.

Por eso no es extraño que hayamos presenciado hacia el final de la década pasada una revolución en el almacenamiento, que ha derivado en la siguiente generación de baterías, que se convertirán en la puerta de entrada al anhelado futuro de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. Ahora, el mundo necesitará de baterías cada vez más seguras, baratas y confiables, que en este 2021 y más allá continuarán desarrollándose tecnológicamente y coincidirán con modelos de negocio innovadores que impulsarán un crecimiento del mercado a escala masiva. Es seguro que habrá sorpresas y reveses, pero lo cierto es que el almacenamiento de energía eléctrica en baterías se ha asegurado ya de representar un papel determinante, como un componente crítico de la transición energética limpia que tanto necesita el planeta.

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