Vida incierta
Adriana Marín Martín: Vida incierta
Hace algunos años, cuando era más joven que hoy, escribí un pensamiento, era uno de esos días en los que una extraña voz en mi interior no dejaba de hablarme para decirme cosas, obligándome a buscar el papel y la pluma para aterrizarlas y guardarlas por mucho tiempo esperando que alguien las lea algún día.
Fue de esa manera que dejé en el cuaderno un tanto de palabras a los que titulé “Vida incierta”, decía algo más o menos así: vida incierta y cambiante que no logro aún comprender, que sigue y avanza incesante, que solo sabe correr y correr...
Hasta ese entonces lo único incierto y cambiante en mi vida eran las calificaciones, las amistades y alguno que otro plan clásico de cualquier joven ansiosa por el futuro. Pasaron los años, rápido, sin avisar y entonces la pandemia del Covid llegó a mi mundo, con ella regresaron a mí algunos pensamientos, se encendieron esos ecos mentales, los que como tambores en el espacio de los recuerdos se impusieron en mi mente repitiendo como marcha esas estrofas, gritándome a cada rato la incertidumbre que en algún tiempo me inspiró la vida, recordándome lo cambiante y caprichosa que ella se comportaba en ocasiones.
La analicé, ella siempre ha sido inquieta, imprevisible, le gusta imponerse, reta cualquier panorama, a veces cambia los planes, los sacude. De repente su pasión es armar alborotos, escándalos sentimentales, creando crisis existenciales, provocando zangoloteos mentales en el momento menos esperado.
Y aquí está de nuevo, esa misma vida incierta y cambiante, dejé olvidadas sus “muchas virtudes” por un tiempo, y justo cuando la creí controlada, tranquila y pacífica, me sorprendió nuevamente, la muy descarada se puso de frente, sacudió mis planes, se reveló y dio un giro de 180 grados para hacerme reflexionar.
En esta ocasión y luego de haberla conocido unos cuantos años más, la vida me mostró lecciones un poco crudas, no llegó sola, trajo consigo a su muy cercana amiga, “la realidad”. Aunque temo decirlo, descubrí que, a pesar de su faceta madura, de los problemas que carga en el costal que lleva a cuestas, ella; la vida, me sigue pareciendo hermosa, interesante, atractiva y no deja de enseñarme a cada paso que da.
Es verdad que la incertidumbre es una de sus principales características, es una realidad que a veces es un poco dura, le encanta dar sorpresas y ama retar al tiempo, pero no puedo negar las muchas bendiciones que la rodean, la buena gente que me ha presentado, los momentos inolvidables que me ha regalado y que llevo guardados en mi corazón. Ella es incierta, es cambiante, pero ha sido buena, una gran aventurera que a diario tiene una nueva lección para enseñar. Una excelente compañera, cada día un poco más sabia, intensa y llena de alegrías, esas que hacen palpitar mi existencia de emoción.