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Hace casi dos años que el mundo entero quedó de frente a un panorama repleto de pérdidas, hay quienes han despedido de manera inesperada a un ser querido, otros se han quedado sin trabajo, hemos visto limitada nuestra libertad, muchos se han marchado de este plano sin un homenaje digno, los niños han perdido las tardes en el parque. Familias enteras miran con nostalgia sus anheladas vacaciones, las celebraciones tradicionales se han tomado una pausa llena de incertidumbre y tristeza. Todo gracias a una epidemia que ha sacudido a la humanidad.

La pérdida es algo constante en la vida de todo ser humano, existen muchas formas de perder, perdemos personas, objetos, aspectos de nosotros mismos, trabajos, emociones y sentimientos. Y ante ello hay una innegable realidad, toda pérdida debe llevar consigo un duelo, ese proceso psicológico que se atraviesa tras una ausencia, una muerte o un abandono.

Pero sucede a menudo que con el afán de cambiar la página o aparentar que “no pasa nada”, dejamos algunos duelos sin resolver, los evadimos, nos escondemos de ellos, pretendemos que si no les ponemos importancia no existieron. Es así que nos acostumbramos a andar por la vida llevando una pesada maleta de duelos no resueltos y rencores, pero no hay manera de escapar de lo que duele, y evitar lo que se siente puede llenarnos de basura emocional.

No conozco una mejor persona para hablar de pérdidas y duelos de una manera profesional y sana que Gaby Pérez Islas, quien amablemente me regaló un poco de su valioso tiempo la tarde de ayer para conversar acerca de este interesante tema.

Hace 10 años escribió su primer libro Cómo curar un corazón roto y en el marco de ese festejo tuvo a bien añadir un nuevo capítulo a su obra, y no deja de sorprenderme lo perfecto de los tiempos, ya que el aniversario de este interesante ejemplar llega de manera oportuna para sanar a una sociedad que se encuentra ante el abismo de las pérdidas constantes.

“No busco minimizar el dolor, busco maximizar a la persona”, me dijo Gaby en la entrevista. También destacó que el duelo puede ser una oportunidad para llenar al individuo de empatía y sabiduría si lo transita peldaño a peldaño con honestidad, pero también recalcó que un duelo evadido llena a quien lo carga de mucha basura emocional.

“Estar en un duelo es como subirse a una montaña rusa de emociones, no tienes el freno y tampoco sabes cuándo vendrá una curva o bajada”, puntualizó. Pero no dudó en asegurar que la mejor manera de enfrentar cualquier pérdida es sabiendo ejercer gobierno sobre nosotros mismos, es decir, teniendo el control de nuestras emociones.

Le pedí a Gaby unas palabras que calmen la ansiedad que el panorama actual nos provoca a todos los que hemos perdido a alguien o algo y esto fue lo que dijo: “ les aseguro que no están solos, hemos vivido tiempos muy difíciles y el pie de foto para estas épocas sería la palabra desesperanza, pero quiero que borren las tres primeras letras, que diga esperanza porque confió en que saldremos adelante, dejen de preguntarse por qué, confíen en que lo que viene conviene, aprendan a fluir con la vida, en lugar de pelear con ella”

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