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¿Alguna vez te has detenido a observar la cantidad de cosas interesantes que hay y suceden a tu alrededor?, lo más seguro es que la rutina, los pendientes, el trabajo y toda esa serie de sucesos, acontecimientos y enredos que conforman tu día a día no te han permitido ver más allá de lo que es necesario.

Joseph Beuys, uno de los artistas alemanes más conocidos, pero también más controvertidos de la posguerra, aseguraba que todo ser humano es un artista, y por lo consiguiente toda acción es una obra de arte. Si tomamos como referencia la filosofía de Beuys debemos tener en cuenta que todos los artistas, tanto como los científicos, analizan de manera parecida el mundo que los rodea.

Aunque suene un poco arriesgado y hasta cierto punto incoherente, tal vez Beuys tenía razón, y en el fondo todas las personas llevamos muy dentro un artista escondido, y con ello surge la posibilidad de que nuestra principal creación es nuestra vida misma, nuestro paso por el mundo, haciendo alusión con ello a que cada acción es una obra de arte.

El artista es un individuo que se distingue por muchas razones, es curioso, observador, ingenioso, es por muchos motivos escandaloso, descarado, él vive un mundo fuera de la realidad, pero lo abraza, lo hace suyo. El artista expresa de manera efusiva sus sentimientos, los potencializa, y por lo consiguiente los disfruta.

El ingenio, la gracia, el sentido del humor y la capacidad de transformación del artista deberían ser herramientas de impulso que nos inviten a crear cada día nuestra propia obra de arte. Logrando con ello que nuestro paso por el mundo sea toda una experiencia, una aventura que nos empuje a diario para explorar y ser protagonistas.

Permitamos que el artista que todas llevamos dentro nos brinde la oportunidad de examinar el mundo de un modo creativo, documentando esos eventos mágicos que a diario se nos presentan, pero que la rutina no nos permite reconocer, hablo del amanecer, de las aves que se cruzan por tu camino por las mañanas, pero que la prisa no te deja ver. Me refiero a las nubes algodonosas que van tomando diversas formas por encima de ti, mientras tu día transcurre; hago referencia a esa estrella que de repente cae, y por la que pudiste pedir un deseo, a la sonrisa del niño, al sonido del agua mientras corre, a la fragancia de las flores, al aire, a la fortuna de vivir.

Un día de estos date permiso de ser un explorador del mundo, de pasar por la vida dejando una huella profunda de felicidad, de mirar, documentar, percibir y disfrutar la obra más grande que podrás encontrarte, la de tu propia existencia.

Anímate para hacer que cada nuevo día sea una puesta en escena especial, única, que permita mostrar al mundo de qué estás hecho, que deje en claro que tú eres el protagonista y que el libreto es por mucho prometedor.

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