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Nuestro mundo interior está lleno de sorpresas, algunas son motivos que nos impulsan a ir hacia adelante, a pesar de todo, sin importar lo difícil, generalmente éstas nos hacen mejores personas, porque nos inyectan energía positiva que va siempre en busca de un crecimiento, persiguiendo muchos logros, nos hacen mirar hacia arriba, hacia adelante y abrazan el alma con felicidad; pero hay otras que son trampas, voces molestosas que repiten aspectos negativos, chillan de manera constante logrando que la seguridad se tambalee y titubee una y otra vez…

Y allí vamos nosotros, llevando por dentro lo claro y lo oscuro; lo bueno y lo malo; lo positivo y lo negativo. Por fuera parece que no pasa nada, das los buenos días, sonríes, saludas, caminas, continúas, todo funciona aparentemente bien. Pero por dentro la lucha es eterna. Y eso no está mal, es parte de nuestra naturaleza. El problema comienza cuando el lado maléfico se pone por delante y nos indica que debemos tener el control, y no de algo, él quiere todo: la actitud de los familiares, las decisiones de los superiores, el comportamiento de la pareja, el carácter de los hijos, la respuesta de quien se topa en tu camino por casualidad y así...

Entonces llega el caos, todo está mal, por qué a mí, la vida es injusta, siempre es lo mismo, bla, bla, bla. De pronto surge la mala necesidad de tener el control de los resultados, y con ello, aunque muy pocos lo sepan, comienza una inútil lucha en contra de la naturaleza del universo, ese que según Lao Tse: “fluye por todas partes, tanto a la izquierda, como a la derecha; el universo ama y nutre todas las cosas, pero no domina ninguna de ellas”. En pocas palabras, el universo fluye, no impone.

Por el contrario, ese comportamiento erróneo que busca maniobrar hasta el movimiento de la hoja del árbol que se mira por el camino, es algo que a la larga estanca y no permite avanzar. Te recomiendo que la próxima vez que esas voces malévolas intenten apoderarse de ti y pretendan que controles el ritmo absoluto del planeta, respires, inhala y exhala profundamente, permite que tu cuerpo libere esa angustia, para fluir como lo hace el universo, aceptando que todo pasa como tiene que pasar.

Hoy te invito a que fluyas, para que dejes ir, recordando que todo pasa por algo, cuando fluyes aprendes a confiar, a enfrentar el día a día con una actitud positiva, mirando lo que está por venir como una aventura.

Recuerda que jamás será posible que tengas el control absoluto de algo, debes, tal como lo hacían los antiguos guerreros guiados por sabios, aprender a prepararte y estar listo para diversas variables posibles, pero después debes confiar, disponte y mantente listo para enfrentar adversidades, pero asimila y acepta que es necesario ser flexible, porque si esperas un sólo resultado seguramente sufrirás.

Prepárate, entrega lo mejor de ti, confía y deja que las cosas fluyan.

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