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Las grandes hazañas no se hacen de manera impulsiva,
sino a través de la reunión de cosas pequeñas
Vincent Van Gogh

Aunque me cueste aceptarlo y jamás pensé admitirlo, creo que la famosa, insoportable, odiosa y por mucho hiriente pandemia ha dejado algunas virtudes en mi vida.

Cuando todo este tango llamado Covid-19 comenzó me di cuenta de que los seres humanos somos más frágiles y sensibles de lo que pensamos. La reacción que algunas personas que conozco tuvieron ante el encierro, el riesgo al contagio, el estrés, el temor a la pérdida, la ansiedad, entre otros, fue increíble. Tengo que confesar que hubo algunos que me sorprendieron con el modo en el que han respondido a la situación.

En mi círculo cercano tengo al individuo que siempre tuvo miedo a los riesgos, pero que ante la situación decidió que era momento de vivir con intensidad y al máximo; también hay alguien que consideré por siempre como un verdadero hipocondriaco, pero que ha mantenido una calma indescriptible que casi me quita la respiración. Conozco a los que por siempre fueron cuidadosos y precavidos, y que me han dejado con la quijada para abajo con los grandes riesgos que corren a diario en honor y por gusto a la adrenalina.

Hay algunos que vociferaron en las redes sociales contra quienes se andaban de antro, pero a los tres meses de encierro no aguantaron la rutina y se dejaron ir…

En lo personal, he descubierto, a raíz del molestoso Covid, que soy capaz de estar en un mismo sitio por largo tiempo, he comprendido las virtudes del silencio, la magia de soledad y lo invaluable de la vida.

Un día, tal vez a mitad de la pandemia, se me ocurrió preguntar a cada persona con la que interactuaba, ya sea por llamada telefónica, mensaje de texto, o redes, qué es lo que este encierro y esta situación tan difícil les ha dejado.

Al hacer esa pregunta ociosa a mis amigos, seres queridos y conocidos me di cuenta de lo frágiles que somos, la mayoría tenemos miedo a dejar de existir, al abandono, a la ausencia de los seres queridos. Más de la mitad de las personas con las que platiqué acerca de este tema siente una verdadera incertidumbre y tengo que decir que a casi ninguno se le nota.

En resumen, descubrí que la mayoría de seres humanos, o al menos los que conozco, y me siento afortunada por ello, somos seres sensibles, temerosos, pero eso sí, amamos la vida.

A raíz de todo esto me puse a buscar, como buena loca por los libros, un ejemplar que me permita una manera de sentirme plena, feliz, con más confianza, y mejor que el día anterior, ya que ante el panorama que vivimos no sabemos cuándo será el último, así fue que me encontré con el Dr. Rob Yeung y su libro “10% mejor que antes”. Tal vez él no lo sabe, pero su obra es un manual perfecto para sobrellevar esta situación tan difícil que nos ha tocado vivir. Las cual se enfoca en hacer pequeños cambios diarios, para lograr cada día ser un poco mejor que el anterior. Yo sí me apunto.

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