Conviviendo con manías
Adriana Marín Martín: Conviviendo con manías
Dicen que todas las personas tenemos al menos una manía, eso es hasta cierto punto, algo normal. El inconveniente se presenta cuando en el escenario de la vida se encuentran distintos personajes, cada uno de ellos con diversas conductas obsesivo-compulsivas (mejor conocidas como manías), que se golpean sin querer unas a otras, terminando por retar las normas del ser y del deber ser.
Y es una realidad que esas insignificantes acciones o costumbres que cada quien ejecuta de modo inconsciente, pueden representar un constante problema, ya que sin poder evitarlo, se encontrarán en cualquier momento el obsesivo por la limpieza, el supersticioso, el celoso, el desconfiado, el impuntual, el hipocondríaco y el que siempre espera lo peor; para armar un festival de manías, inconformidades, desacuerdos y debates, los cuales son en conjunto y aunque nos cueste aceptarlo, la cereza del pastel de esto que llamamos vivir.
Entonces, un día común y corriente amanece y cada quien se levanta con su montón de fantasmas y crisis personales, luego de tomar el desayuno y ponerse bonitos, todos salen al campo de batalla, ese sitio en el que traumas, caprichos y problemas existenciales se fusionan. Es allí donde cada individuo asegura tener la razón, estar en lo correcto o ser víctima.
Habrá quien juzgue a su compañero de arrogante, cuando éste despertó recibiendo una muy mala noticia; alguien más se sentirá ofendido por las groserías de su vecino, quien jamás se enteró que fue grosero, ya que sufre de ansiedad y hablaba consigo mismo al salir de su cochera; el que teme a que siempre suceda lo peor tachará de desconsiderado al chofer, quien lucha contra el problema de la impuntualidad desde hace varios años; el chofer creerá que esa persona que no deja de sonar el claxon es un neurótico, mientras el niño que va con su padre en ese auto cree que su progenitor se ha vuelto loco al volante.
Todos luchamos contra algo, la imperfección es parte fundamental de nuestra naturaleza, pero a veces nos falta ser empáticos. Hay que recordar que no somos los únicos, que los demás existen y que es preciso aprender a convivir con las manías; las propias y las ajenas, aunque suene difícil.
Éste puede parecer un tema por mucho pesado, triste, cansado, pero la realidad es que, si lo miramos y percibimos con humor y hasta cierto punto, un poco de sarcasmo, aprenderemos a vivir bien y bonito. Así lo comprendí cuando encontré el libro “Yo soy así (y no me importa)”, es una creación de dos grandes, Fernando Trías de Bes y Tomás Navarro.
Los autores unieron sus muchos talentos en estas páginas en las que presentan, basados en su experiencia profesional, las claves para hacer más llevadera nuestra vida y la de quienes nos rodean. Al fin y al cabo, todos somos un montón de individuos con alguna manía segura. La verdad es que me encantó, creo que vale la pena leerlo.