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El ingenio de un hombre o mujer se apaga y deja
de ser apto para hacer o entender cualquier cosa a
la perfección, a menos que siempre se mantenga
ocupado en alguna forma de estudio”
Isabel I

Creo que todas las personas debemos ponernos cada día el propósito de aprender algo nuevo. Sin la necesidad de que esto implique la inversión de dinero, tiempo, esfuerzo o demasiada energía. Me refiero a crear el hábito de mover de manera frecuente, constante y activa todos aquellos conocimientos que vamos adquiriendo mientras pasamos por este mundo.

Me gusta pensar que es obligatorio que al terminar cada día haya algo nuevo guardado en mi memoria, ya sea la frase de un libro, una receta de cocina, el nombre de una planta, algún dato interesante del universo o el significado de una palabra que antes no conocía. De esa manera me siento satisfecha, porque adicional a mis obligaciones, responsabilidades y actividades que conforman mi rutina, me aseguro de que haya algo nuevo en mi mente, algo que al despertarme esa mañana no estaba allí. Solo de esa forma considero que no fue un día perdido.

Una vez leí que un día sin haber sonreído es como que no se hubiera vivido, creo que es verdad, pero también pienso que cada día debe terminar con un aprendizaje, el cual es probable que llegue de repente como una lección del destino, a través de otra persona, por algún suceso o circunstancia externa. Pero no dejemos todo en manos de la casualidad, es importante que exista en uno la urgencia por aprender, por ser mejor, por dar cada vez más sentido a la existencia.

Cuando te conviertes de modo voluntario en un aprendiz de la vida descubres que todavía te queda mucho por aprender.

En su libro Los hábitos secretos de los genios, Craig Wright dice que todas las personas poseemos esa necesidad urgente por aprender, aunque algunos tal vez no se den cuenta: “Con distintos grados de frecuencia e intensidad, todos queremos saber lo que no sabemos. Los expertos de la psicología de la educación y la mercadotecnia intentan capitalizar este profundamente arraigado deseo humano”, asegura.

Aunque lo más frecuente y usual es que para aprender busquemos apoyo en alguien que nos enseñe, para las encomiendas personales de aprendizaje diario tal vez sea mejor dejarnos llevar por la curiosidad, ya que, de esa manera, podemos enfocarnos en lo que nos apasiona, nos brinda felicidad y a la vez un nuevo conocimiento.

Convierte las plataformas digitales, las pláticas constantes o cualquier otra interacción en tu fuente de aprendizaje diario, encuentra temas de interés, enfócate en algo que deseas saber, mantente alerta de cualquier nuevo conocimiento, vive atento de tu entorno, percibe en cada situación algo que te haga una mejor persona. Antes de dormir pregúntate ¿qué aprendí de nuevo? Te sentirás satisfecho, porque llevarás en tu mente algo que no estaba allí cuando despertaste por la mañana. ¿Estás listo para aprender algo nuevo hoy?

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