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La contingencia sanitaria ocasionada por el Covid-19, que por muchos meses ha trastocado el proceso educativo en nuestro país, saca a relucir un nuevo reto a los maestros: la evaluación de sus alumnos. Aunque las actividades escolares se han desarrollado con mucho esfuerzo y dificultades para padres de familia y personal docente, el cierre del primer trimestre del actual ciclo escolar tendrá muy ocupados a los educadores sobre la manera en que asignarán las calificaciones de sus alumnos. Las dificultades del aprendizaje en casa se han traducido, en algunos casos, en rezago académico de alumnos, incluso el abandono de su proceso de enseñanza, las circunstancias de estos casos son múltiples y complejas, sin importar desde donde se miren.

Debo resaltar el trabajo y dedicación que la mayoría de los maestros ha puesto para fortalecer la estrategia de “Aprende en casa II”, se han desarrollado diversas acciones creativas para mantener el vínculo del maestro y sus alumnos a fin de fortalecer la educación a distancia. Estos enlaces educativos han variado en muchos casos debido a las circunstancias familiares de los alumnos y los recursos tecnológicos y materiales con los que cuentan en sus hogares; las desigualdades han salido a la luz, el rezago va avanzando proporcionalmente a las carencias económicas en el hogar.

De este vínculo con la escuela y maestros se han detectado tres grandes grupos que engloban el desempeño escolar de los alumnos y que deberán ser considerados a la hora de evaluar el proceso global del aprendizaje del alumno o bien, en donde no sea posible, asignar una calificación tomando otros criterios. Para este momento, la Secretaría de Educación Pública ha puesto a consideración de los maestros tres orientaciones básicas para la evaluación de los alumnos sustentadas en la comunicación y la participación de los educandos en las actividades realizadas por los docentes: para acceder a una calificación numérica entre el 6 y el 10, el alumno deberá tener una comunicación y participación sostenida con su maestro, cumpliendo en todos los casos con las tareas o actividades asignadas; un segundo caso será cuando la comunicación y la participación fue intermitente o muy esporádica con trabajos incompletos o parciales, en este caso la información es incompleta y no se asentaría calificación numérica alguna; un tercer caso se dará cuando la comunicación con la escuela fue inexistente, sin información respecto al proceso de aprendizaje del alumno, igualmente no se asentará calificación alguna.

En estos dos últimos casos habría que considerar las condiciones específicas en la que se desenvuelve el alumno, no se le podría señalar como irresponsable, tampoco a los padres, será responsabilidad del maestro indagar sobre estas condiciones para, en un futuro, lograr la comunicación y la integración del estudiante a su proceso de aprendizaje. De entrada, no habrán reprobados con 5, ya que la pandemia ha resultado una gran barrera del aprendizaje.

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