Pandemia sepulta a la Nueva Escuela Mexicana
El poder de la pluma
Después de ser abrogada y literalmente eliminada del plano educativo en el actual sexenio, la reforma educativa de Peña Nieto dio paso a la Nueva Escuela Mexicana, un reciclado modelo que rescataba temas como el civismo e implementaba otras como el cuidado de la salud para una vida sana; de igual manera regresó a las viejas relaciones con el magisterio eliminando la temida evaluación docente y restituyendo las garantías y derechos dispuestos en la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado reglamentaria del apartado b) del artículo 123 constitucional.
En estos primeros dos años del gobierno, el debate y las acciones sobre la transformación educativa han sido relegados a un segundo plano y no han tenido ni espacio, ni atención en la agenda nacional; sin embargo, y pese a la pandemia del coronavirus, otros temas como la “rifa” del avión presidencial, los megaproyectos y la agitación política previa a las elecciones intermedias han ocupado el escenario del debate público sin que los grupos de oposición puedan articular una postura clara en torno al cambio educativo.
Hoy quedan en el aire las promesas vacías, los discursos transformadores, la nueva reglamentación y normas educativas, hoy todo ha sido sepultado por la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19. Urge reflexionar y dar puntual respuesta a interrogantes como: ¿qué nos deparará el futuro y por qué las políticas educativas se centran en medidas paliativas e ignoran el largo plazo?, ¿qué retos planteó la pandemia en materia educativa y cómo debemos enfrentarlos?
Hablamos de una transición a un nuevo modelo educativo pero seguimos enseñando igual que antes, con los mismos programas y planes de estudio para un aprendizaje de manera presencial. ¿Acaso no se han dado cuenta de que urge trabajar en el rediseño de contenidos y métodos de enseñanza acordes con las necesidades del contexto en que aprenden los alumnos? Cuando trabajas con niños y niñas en desventaja económica, cuyos padres deben salir a trabajar para sobrevivir, la educación es una necesidad, tanto para ellos, como para sus familias.
Estamos conscientes de que la educación presencial no tiene sustitutos, ni las transmisiones por televisión, ni los grupos de WhatsApp, videollamadas o cuadernillos de trabajo podrán sustituir la enseñanza de un docente frente a grupo; sin embargo, son herramientas que acercan la educación a los niños durante esta pandemia, y en eso debemos poner mayor énfasis, se deben ampliar y facilitar los canales de comunicación escuela-hogar para evitar un mayor rezago educativo. La comunicación con los alumnos es muy limitada y complicada por múltiples razones, el rezago de los alumnos es evidente, existen muchas limitantes para que los docentes trabajen a distancia en las plataformas digitales, son muy pocos los que tienen las condiciones y herramientas como internet y computadoras para trabajar de manera virtual. Trabajar aislados impide socializar el aprendizaje. Los alumnos sí están aprendiendo, pero no como deberían.