Nada como las haciendas de Yucatán
El poder de la pluma
Viajeros, este fin de semana decidí desconectarme un poco de la rutina, y es que, aunque ustedes no lo crean, viajar y documentar las experiencias es algo que cansa, pero bueno alguien se tiene que sacrificar, así que, para olvidarme un poco del estrés, me hospedé en la bella y colonial Hacienda Santa Cruz, ubicada a 10 minutos de Mérida y que fue fundada en 1640; construida en ese entonces como monasterio franciscano y que actualmente tiene tres habitaciones cómodamente adecuadas para el turismo.
Este lugar siempre he dicho que tiene un toque mágico desde el momento que entras a la recepción, es como si regresaras en el tiempo y te ubicaras en otro punto de la historia. Sobre su mismo pasillo principal está el edificio original de la capilla, que sigue funcionando como tal; personas originarias de la comisaría de Santa Cruz Palomeque cuentan que la cruz original de esta capilla fue desechada por uno de los primeros dueños de la hacienda y que un vecino la recogió y es la que actualmente se encuentra en la capilla de la comisaría. La historia dice que este espacio dedicado al culto solamente podía ser utilizado por los dueños, los trabajadores no tenían permitido entrar, ellos contaban con otra más pequeña que actualmente es una habitación llamada capillita.
Algo que me llamó la atencion es que, a diferencia de otras haciendas, Santa Cruz nunca tuvo una casa principal, puesto que sus edificaciones son muy diferentes a las que comúnmente tienen las demás; sin embargo, se cree que el edificio que fungió como tal fue el que se encuentra a un costado de la capilla.
Como ya expuse, mi fin era relajarme pero no paré de recorrerla y conocer todo lo que ahí hay como parte de nuestra historia. En la parte de atrás del Restaurante Valentina se puede ver Chan Santa Cruz, réplica de un pueblito maya, en donde podemos encontrar casitas de ripio, cada una con una personalidad diferente, digamos que son temáticas. Al frente de Chan Santa Cruz podemos observar un altar conformado por una cruz verde hecha con ramas de ceiba que es el árbol sagrado de los mayas, pues creen que la copa sostenía el cielo y sus profundas raíces son los medios de comunicación entre los vivos y los muertos.
La hacienda tiene dos albercas, una principal y otra a un costado del restaurante, que en verdad funcionan para dejar todo el peso que llevas en la espalda, si no me creen hagan la prueba. La propiedad no cuenta con cenotes, que son también muy representativos del estado; sin embargo, se construyó uno, con una profundidad de 5 metros, con espacios para asolearse y camastros y hamacas, un área de palapas y un pequeño parque al frente.
Para viajar no tenemos que ir tan lejos ni buscar recintos costosos, únicamente debemos saber encontrar aquello que nos conecte con lo que somos. Si tienen oportunidad visiten Santa Cruz, que tiene recorridos gratuitos para los que deseen conocer un poco más de la hacienda. Viajeros, nos vemos en la siguiente aventura.