La a veces ingrata tarea del periodista
Hay ocasiones en que el ejercicio del periodismo duele, sobre todo cuando toca a personas queridas...
Hay ocasiones en que el ejercicio del periodismo duele, sobre todo cuando toca a personas queridas. En esas ocasiones, no dejarse ganar por los impulsos del corazón es harto difícil.
Hoy es un día de esos: una familia cercana sufre la pérdida de un hijo, un pequeño de poco más de un año, víctima, según todos los indicios, de negligencia de los médicos y de la clínica privada en la que fue internado para una operación de rutina (ambulatoria, dicen los doctores), pero que contrae una infección fulminante y fenece apenas tres días después. La clínica donde ocurrieron los hechos es Star Médica y los doctores cuya responsabilidad se presume, Wilhelm Cerón Grajales y Francisco González Martínez.
La denuncia ya está puesta y los padres, hermano él y cuñado, respectivamente, de dos viejos amigos, hacen lo que la ley les permite: exigir que se llegue a las últimas consecuencias y se deslinden responsabilidades a fin de que, como ellos mismos dicen, otros niños y otros padres no padezcan el dolor que ellos sienten. Quieren conocer el expediente médico que se les ha ocultado desde hace ya 24 días. Es su derecho.
¿Qué hace el periodista que también es amigo? Solidarizarse con los padres, en primer lugar, porque antes que periodista es un ser humano. En segundo, alzar la voz con todas las fuerzas que tiene y sumarse a la exigencia de justicia –tarea primordial en todos los casos de quien ejerce este oficio de “rastrillo del estercolero”, como le llama un maestro del género- y apegarse a la verdad de los hechos.
En este caso doloroso, tengo que decir que –contra lo que algunas personas piensan- Milenio Novedades hizo un excelente trabajo periodístico al dar a conocer la denuncia pública de los padres, por un lado, y, por otro, acudir a la contraparte en busca de una respuesta a los señalamientos. De este lado, hubo sospechoso silencio, censurable silencio, en un asunto de la mayor importancia.
El periodista da su punto de vista: nunca el silencio es la mejor forma de resolver los problemas. Exige, como parte de la sociedad, que quienes tienen que dar la cara salgan a darla y expliquen hasta la nimiedad lo ocurrido. La autoridad no puede ser omisa y esperamos que haga lo que tenga qué hacer para dirimir responsabilidades.
Un abrazo solidario a Chano y a su esposa Mónica, a Ismael, Arturo, Alicia y Silvia y para el resto de la familia que, quizá derivado de este infausto suceso, también perdieron a su madre.