"De héroes a apestados sociales"
No tengo certeza indubitable de que Márquez y Álvarez sean inocentes.
Hoy voy a hablar de un tema de esos en los que no me gusta meterme, pero que, ante todo, indigna por lo injusto del tratamiento que se da a los involucrados: la inclusión del futbolista Rafael Márquez y el cantante Julión Álvarez en una infamante lista de una dependencia del gobierno de los Estados Unidos, la Office of Foreing Assets Control (OFAC), uno de los tentáculos del imperio en su afán -exacerbado por Donald Trump- de erigirse como policía del mundo (también por su miedo cerval a respuestas a sus abusos desde las naciones a las que agravia su prepotencia).
No tengo certeza indubitable de que Márquez y Álvarez sean inocentes –yo creo que sí lo son, sobre todo el futbolista-, pero no es el tema. Lo que me importa destacar es que a ninguno de los dos se le acusa de nada, sino solamente se advierte a los ciudadanos estadounidenses abstenerse de hacer negocios con ellos; sin embargo, el santo tribunal de las redes sociales ya los ha condenado en juicio sumario y sin opción a defenderse. Hoy (y quizá para siempre) han sido marcados, aún sin ninguna denuncia formal contra ellos, y está difícil que la vida de ambos vuelva a ser la de antes. Les hemos puesto un sambenito. Y las autoridades hacendarias de México se han plegado a los mandatos de esa garra del vecino contras dos personas que todavía no sabemos si son culpables o no.
Dos cosas creo que vale la pena destacar:
La mentada OFAC no los acusa de nada. Dice a los gringos nomás que se abstengan de hacer negocios con ellos y, con paladina actitud dictatorial, decide congelar sus cuentas y activos en ese país. No recurre a ningún juez, por sí y ante sí (porque es una “emergencia”) los condena.
2. Dóciles y obedientes, las autoridades mexicanas (con el presidente a la cabeza) se pliegan a ese mandato. Y quienes dicen que los apoyan y “están con ellos”, en los hechos asumen que son mafiosos. Hoy ambos son unos apestados sociales con quienes los “decentes” no ven bien juntarse. A Julión hasta lo borraron de las fotos de Peña Nieto en Chiapas.
Ni Márquez ni Julión –nunca pensé decir nada a favor de ningún “grupero” (me caen muy mal)- merecen el estigma social que ha caído sobre ellos, no al menos mientras un tribunal competente no los declare culpables. Yo no le creo a los gringos. Su pavor les hace ver moros con tranchete.