La tarea de dar vida
Esa necesidad biológica de reproducirse ¿no debería de alguna forma estar sujeta a una evaluación previa?
Este domingo, en el llamado Día del Padre –nueva ocasión de hacer negocio-, estuve reflexionando sobre nuestra responsabilidad como dadores de vida que tenemos (hasta hoy) los seres humanos y que la mayoría ejercemos como una mera tarea biológica para perpetuar la especie (a veces ni eso), exactamente igual que una tortuga, un camello o una hormiga. Se trata, en múltiples ocasiones, de seguir un determinismo instintivo: aparearnos para dar hijos que a su vez, llegado el momento, cumplan esa obligación inserta en la naturaleza del ser vivo.
Pensaba en mi propio caso y la conclusión a la que llegué –a la altura de la vida en que me encuentro- es que quizá muchas cosas no las hubiera hecho igual que como las hice (sobre todo no hubiera dedicado la mayor parte de mis horas a un frenético trabajo en el absorbente y apasionante mundo del periodismo, para cuyo ejercicio le hurté a mis hijas la presencia de su padre en momentos trascendentales de su existencia). Pero el amor a ellas siempre estuvo, está y estará vigente.
En relación con lo primero, sí sé que sienten mis dos extraordinarias hijas: su conclusión es la misma a la que yo he llegado: hubo acontecimientos en los que les hubiera gustado –igual a mí- ver la cara feliz y orgullosa de su padre. Respecto de lo segundo, también sé –porque me lo han dicho- que tienen la vivencia de un profundo amor traducido en la búsqueda de lo mejor para ellas. Su única reclamación, hasta donde estoy enterado y aparte de mi ausencia de esos episodios vitales, es que siempre he sido muy consentidor y lo sigo siendo con los descendientes de ellas. Eso, lo saben muy bien ambas, no va a cambiar. En conclusión, siento que no he sido un mal padre. Espero que las dos estén de acuerdo.
Hoy que la terca realidad impone cambios profundos en la familia, donde existen millones de hogares monoparentales, es decir aquellos en los que sólo la mamá o sólo el papá se hacen cargo de los hijos, la reflexión me lleva a considerar si ejercer esa necesidad biológica de reproducirse no debería de alguna forma estar sujeta –hablo de los seres humanos- a una cierta evaluación previa al apareamiento (no digo el matrimonio para no generar más polémica) y saber si estamos en condiciones de cumplirla con la capacidad de seres racionales que se supone tenemos y no sólo como un determinismo darwiniano.
Felicidades a los padres.