Nadie sabe cuántos son, ni hay constancia histórica indubitable de que hayan sido masacrados por órdenes de Herodes, el crudelísimo “rey de los judíos” que mató a sus propios hijos con tal de que no lo derrocaran. De los cuatro evangelistas, el único que se ocupa de ellos es Mateo (2:16-17). No mencionan la matanza Juan, Lucas y Marcos. El historiador judío Flavio Josefo (37-100 dC), a pesar de su animadversión contra Herodes y de sus duros señalamientos sobre la crueldad del despectivamente llamado idumeo, no se ocupa en sus libros de ese episodio.

Existe un llamado Testimonio Flaviano, que da cuenta de la historicidad de Jesús (en el libro “Antigüedades de los judíos”) que Antonio Piñero, especialista en lengua y literatura del cristianismo primitivo, considera que es auténtico –no obstante que señala que está “interpolado/manipulado” y “con frases añadidas por los cristianos”-, pero ni en ese ni en su célebre “Guerra de los judíos” (Editorial Iberia, Obras Maestras, en dos tomos, Barcelona, agosto de 1961), Flavio Josefo da cuenta del episodio que refiere Mateo, única fuente sobre ese presunto suceso.

La Enciclopedia Católica en Línea (http://ec.aciprensa.com/wiki/Santos_Inocentes) cita fuentes litúrgicas griegas y sirias que hablan de 14,000 a 64,000 asesinados y a autores medievales que mencionan 144,000. Otros escritores dicen, sin embargo, que no habrían pasado de 20, tomando en cuenta que en Belén, en las fechas en que nació Jesús (lo que no ocurrió el 24 de diciembre) había entre 700 y 800 habitantes y que los niños sacrificados habrían sido de dos años para abajo.

La Iglesia Católica –que los considera los primeros mártires- instituyó la Fiesta de los Santos Inocentes o de los Infantes en “fecha desconocida” entre los siglos IV y V (EC) y la celebra “dentro de la octava de Navidad”. San Agustín, citado por la misma Enciclopedia, dice en su Sermo 10us de Sanctis que “no sólo murieron por Cristo, sino en su lugar”. No obstante que su existencia no está probada, hay reliquias de esos niños –aseguran- en la Iglesia de San Pablo Extramuros, otras de Roma y numerosas de Inglaterra y otros países.

Las bromas que se juegan el 28 de diciembre (en otras iglesias se celebra a los Infantes, no se les dice inocentes, el 27 ó el 29), según algunas fuentes, se deben a la idea de recordar cómo los padres de Jesús burlaron al asesino enviado por Herodes y huyeron con el niño gracias a un aviso de Dios (Mateo, 2:18).