El martes 21 México conmemoró el aniversario 211 del nacimiento, en Guelatao, Oaxaca, de Benito Juárez García, el indio zapoteco que llegó a ser presidente de México y que es uno de los grandes héroes de la patria porque asumió la defensa de la soberanía nacional frente a la invasión francesa y el emperador Maximiliano, cuya vida, igual que la de Juárez, es víctima de las pasiones que nublan la vista e impiden ver la verdad histórica.

Don Benito, si hoy viviera, sería señalado como traidor a su raza y su patria, porque una vez que salió de su pueblo a los 7 años ni volvió a hablar zapoteco ni se vistió como indígena y pretendió ceder la soberanía sobre el Istmo de Tehuantepec a Estados Unidos, mediante aquel triste episodio del tratado McLane-Ocampo que proponía adquirir apoyo del vecino para hacer frente a los invasores europeos, eso aparte de su poco ortodoxa forma de llegar a la Presidencia y de sus afanes de perpetuación en el cargo. Pero no vengo hoy a hablar mal del admirado indio, cuyo gran mérito fue poner sobre sus hombros a la nación y llevarla consigo, sino a recordar su designación de Benemérito de la América (en singular) y quién le dio ese título.

Fue el 11 de mayo de 1867, a propuesta del diputado Antonio Delfín Madrigal, que el Congreso de la República Dominicana, con todos sus integrantes puestos de pie, hizo la declaración que “serviría de ejemplo a las demás repúblicas que quisiesen mostrar su simpatía por la causa de la libertad de México”.

Pocos días antes, el 1 (o 2) de mayo, ante lo que hoy se llamaría una “iniciativa ciudadana” del colombiano Alejo Morales de que el Congreso de su país declarara a Juárez Benemérito de las Américas, propuesta que habían presentado dos años antes dos senadores de esa nación, emitió un decreto que sólo indica que “dicho ciudadano ha merecido bien (sic) de la América, y como homenaje a tales virtudes y ejemplo a la juventud colombiana dispone que el retrato de este eminente hombre de Estado sea conservado en la Biblioteca Nacional con la siguiente inscripción: Benito Juárez, ciudadano mexicano. El Congreso de 1865 le tributa, en nombre del pueblo de Colombia, este homenaje por su constancia en defender la libertad e independencia de México”. No hubo una expresa mención a Juárez como Benemérito.

De modo entonces que fue el Congreso dominicano el primero en hacer clara e indubitable declaración del presidente Juárez como Benemérito de la América.
Traigo este hecho a presencia hoy porque entre la República Dominicana y México hay largos y fuertes lazos históricos que poco se conocen en los días que corren y que mucho beneficio han aportado a nuestro país.