¿Escuelas para desaprender?
El poder de la pluma
Quien es de verdad maestro no se toma nada en serio si no es en relación con sus discípulos; ni siquiera se toma en serio a sí mismo.- F. Nietzsche
Uno de los temas más importantes para el desarrollo de las naciones y sus pueblos es el de la educación. Por algo la reforma estructural más importante en nuestro país es la educativa. Con educación se puede salir del subdesarrollo, sin ella estamos condenados a seguir en él.
El proceso educativo no debe ser lineal sino circular, de tal forma que se convierta en un ir y venir; es decir, el que enseña aprende y el que aprende enseña; esto no obstante la gran cantidad de autores expertos en materia educativa que señalan que en el proceso educativo es un actor quien desarrolla un papel fundamental, ya sea el maestro o el alumno. La labor del maestro, para nosotros, debe ser la de una persona consciente de su importante y sacrificado desempeño con los alumnos. El profesor debe entregarse y lograr que sus discípulos lo superen, si alcanza esto, significa que ha sido un gran maestro. Dice Leonardo da Vinci: “Pobre discípulo el que no deje atrás a su maestro”.
Criticando los contenidos y la forma tradicional de impartir educación, Platón sostiene que “la educación es como una matanza de inocentes”.
Habría que cuestionarnos las ideas o hechos erróneos que nos han enseñado. ¿No sería fantástico tener una escuela para desaprender? Aunque parezca de antemano que es una idea descabellada, también podría tener alguna bonanza.
Quien se ostenta maestro tiene que estar consciente y pensar en el sacrificio que significa entregarse de lleno a la formación de seres humanos para la vida. El profesor debe ser un inspirador para el alumno, un generador, desarrollador de las potencialidades de sus alumnos.
Hacerles saber que ellos, por sí solos, deben potencializarse sin depender de nadie. Hay quienes ven el tema del compromiso del profesor como un apostolado. El reto del maestro es romper con esos modelos tradicionales de la educación. Hoy la educación representa otra visión del ser humano: la integral, es decir, no sólo formar personas con aptitudes sino con actitudes, individuos íntegros.
Esperamos ver los resultados positivos de la reforma educativa. Esta parece contemplar al alumno como la parte medular del proceso educativo. Los maestros sólo somos simples canalizadores.