Rafael Gamboa, Ravachol
El poder de la pluma
Popular por sus discursos contra los patronos absurdos y la reacción yucateca, Rafael Gamboa, Ravachol, saltó a la arena política con el respeto que se fueron granjeando los obreros de Mérida y Progreso, durante el derrocamiento de la dictadura porfirista y el triunfo de la Revolución. Corresponde recordar que la ciudad, adornada para recibir al dictador en 1906, también estaba habitada por personas respetables que con su activismo e ideas anticiparon el camino que recorrería el movimiento revolucionario en Yucatán. En ese entorno debe situarse a Ravachol, barbero humilde que precisó transgredir reglas y personas que se negaban a admitir la voz de los obreros en el nuevo escenario que se urdía.
Su apodo hacía referencia a François Claudius Koënigstein, el anarquista francés que estremeció Barcelona. Gamboa era un líder bilingüe y arengaba en maya y español. Resultó electo presidente del Partido Socialista Obrero, integrado a mediados de 1916, cuando sus fundadores armonizaron los propósitos por los que lucharon desde varios años antes con el orden revolucionario establecido por Salvador Alvarado. Uno de sus primeros discursos, “pronunciado en términos candentes” en la Plaza Grande, trató de entusiasmar a los presentes para que votaran en las elecciones municipales cercanas, en las que el naciente PSO salió airoso con la elección de José Dolores Sobrino Trejo como alcalde.
Pero Rafael Gamboa debatía con todos y a través de todos los medios a su alcance, incluso con sus correligionarios. En noviembre de 1916, por ejemplo, en La Voz de la Revolución, Ravachol sostuvo una polémica con el líder ferrocarrilero Héctor Victoria Aguilar, quien, a pesar de haber compartido con él la fundación del partido, no concordaba en algunos aspectos que Gamboa consideraba que merecían discutirse en público. Carlos Loveira, el novelista cubano que vivió exiliado en Yucatán, se refería a Gamboa como un “vehemente y temerario sembrador de rebeldías, que disfrutaba con su camarada Arjona de una significativa homonimia: ambos llevaban el sobrenombre Ravachol…”.
En esta nota, relacionada con la igualdad del alias atribuido a dos personas, quizás pueda hallarse el origen del vocablo en plural, ravacholes, que años más tarde fue de uso común en Mérida para describir a los obreros dispuestos a la discusión y a la huelga. Esto se colige de un diálogo de Antonio Ancona Albertos con Agustín Monsreal Gómez, en 1920, mientras urdían la idea de convocar a un movimiento de inquilinos contra los propietarios abusivos, por lo que Ancona sugiere: “A la huelga, don Agustín. Hay ravacholes para organizarla…”.
Rafael Gamboa merece ser recordado y acaso indagar más de su vida porque vale la pena destacar su trayectoria ejemplar. Ravachol fue diputado constituyente, suplente de Enrique Recio Fernández, por el segundo distrito electoral de Yucatán, con cabecera en Progreso, y tomó parte activa en el Congreso Obrero de Izamal en 1921. Murió sin haber obtenido gloria que no fuera la satisfacción de haber militado en la órbita socialista impulsada por Felipe Carrillo Puerto.