La Xnuuk, el cenote y la serpiente

Carlos Evia Cervantes: La Xnuuk, el cenote y la serpiente

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En el pueblo de Maní, ubicado a 94 kilómetros al sur de Mérida, se cuenta un mito que ha sido registrado por diversos especialistas. Se trata de una anciana que emitía profecías en tiempos pasados y procuraba la subsistencia de una enorme serpiente que vivía en un cenote situado prácticamente en el centro de la comunidad.

El escritor Luis Rosado Vega señala que en tiempos previos a la conquista de los españoles, había en Maní una figura tallada en piedra que se decía era la representación de la vieja adivina. De acuerdo con la tradición oral, se señala que, en efecto, existió en esa localidad una mujer llamada Xnuuk Maní, que en español significa la Vieja de Maní. La señora en cuestión enunció ciertas profecías de las cuales algunas se cumplieron y otras todavía están por consumarse.

Agrega Rosado Vega que la Xnuuk se sentaba al atardecer bajo la sombra de una ceiba en la puerta de su choza y pronunciaba los vaticinios. Acudían a esa hora los vecinos del lugar y personas de otras comarcas, para escuchar sus palabras proféticas expresadas con gran solemnidad.

Una de las profecías más conocidas, según Rosado Vega, es la siguiente: llegará el día en el que se secarán todas las fuentes de agua, tanto cenotes como sartenejas. Las nubes no enviarán la sagrada lluvia. Entonces, la gente sentirá una terrible sed y muchas personas morirán. Pero existirá un gran depósito que no habrá de secarse. Será el único y ese es el cenote Cabajchén de Maní. Entonces vendrán personas de las cercanías o desde muy lejos por el preciado líquido. Pero para obtener el agua, tendrá que entregar un niño para alimentar con su cuerpo a la Serpiente Sagrada que cuida del cenote. A cambio de esta ofrenda podrá coger el agua, pero sólo la cantidad que quepa en la cáscara de un cocoyol.

En el año 2000, María Eugenia Paredes Pérez y yo fuimos a visitar el cenote Cabajchen y una niña de 8 años llamada Delia Karina Yamá Pantí nos contó su versión: “Que cuando sea el fin del mundo va a salir una viejita en la entrada del cenote a vender agua y si le das un nené, te da un poco de agua en la cáscara de un cocoyol. El nené lo quiere para que alimente a su hijo. Su hijo es un dinosaurio”.

En 2014, los integrantes del Grupo Espeleológico Ajau fuimos de nuevo a Cabajchen y el joven Téller Pérez nos obsequió su versión: que el agua del mundo se va a acabar y sólo en este cenote se podrá obtener, pero por una cantidad que cabe en una cáscara de cocoyol y habrá que dar a un hijo primogénito para que se lo coma la serpiente. El mito sigue vivo.

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