Antonio Salazar Rodríguez, un gran hombre
Carlos Evia Cervantes: Antonio Salazar Rodríguez, un gran hombre
Nació el 1 de junio de 1945 en Muna, fue ampliamente conocido en su natal población como uno de los más talentosos escultores del lugar y, a la vez, como maestro de generaciones de artesanos. Antonio les proporcionó estos conocimientos para la difusión del arte y para que contaran con una estrategia de sobrevivencia. Fue un gran conocedor de las grutas ubicadas en su municipio, pues desde su infancia, su abuelo Cristino Salazar González, lo llevaba a la milpa y en el trayecto había varias cuevas.
En septiembre de 1991, un grupo de arqueólogos y un servidor, conocimos a Antonio. Cuando supo de nuestro interés por las cuevas se ofreció amablemente a guiarnos a través de los cerros de Muna hasta dichas cavidades. La primera caverna que nos mostró fue la majestuosa Aktun Ceh, en cuyo interior hay una gran cantidad de arte rupestre. Luego fuimos a muchas más grutas contando siempre con su entusiasmo. Era un gran conocedor de la tradición oral maya, pues nos platicó los mitos del Junak Bóob, felino que vive en las grutas; de la serpiente del cenote que estaba en el centro de Muna; del Burro Kat, bestia creada por un brujo en la caverna de Bojolaktun, cerca de Uxmal; y, por supuesto, de la serpiente Tsukán, a la que relacionaba con el ofidio que vivió en el cenote de Maní.
Salazar Rodríguez estudió en el Instituto de Bellas Artes en Mérida, luego instaló en su domicilio un taller con todo lo necesario para enseñar a jóvenes y adultos el arte de tallado de la piedra y la madera. Por su dedicación y talento, fue becado en 1973 para tomar cursos de acabado y diseños en la Escuela de Arte de la Ciudad de México. Posteriormente, en 1974, fue invitado a dar clases de su arte en la escuela secundaria local “Jaime Torres Bodet”.
Para Antonio, su pasión por las grutas estuvo ligada de alguna manera con su labor artesanal, pues según nos dijo, encontraba en las formaciones interiores de las grutas la inspiración para plasmar en sus obras que tenían gran belleza y originalidad. Conocía al menos 30 grutas de Muna, sabía sus nombres y su correspondiente significado; entre las más conocidas estaban Aktun Sis Já, Aktun Ceh, Aktun Ochil, Xtusil y Aktún Oon.
Por su destacada labor artesanal, Antonio Salazar Rodríguez, fue reconocido por el Programa Cultural de las Fronteras, el Fondo Nacional de Fomento a las Artesanías, el Instituto Chiapaneco de Cultura y la Casa de las Artesanías del Gobierno del Estado de Yucatán. También recibió diversos diplomas por su labor pedagógica siempre actualizada.
A las cuatro de la tarde del 9 de mayo de 1998, y con 53 años de edad, falleció este memorable ciudadano de Muna, gran artista, amigo y conocedor del mundo subterráneo de su natal comunidad.