|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Venancio Narváez Ek fue un hombre sencillo de campo, quien tuvo el acierto de escribir los relatos tradicionales que escuchó de las personas mayores de su terruño, Ixil, Yucatán. Por ejemplo, el difunto Juan Bautista Ek le contó que un día se encontraba en el monte, cerca de los cerros de X-Vena, cortando leña, cuando de repente vio en la rama de un árbol un enorme iguano. Como tenía un rifle, intentó dispararle, pero el animal se lanzó al suelo y corrió hasta meterse en su cueva o madriguera. Juan lo jaló de la cola, logró sacarlo y amarrarlo. Después lo cargó para llevarlo a su casa.

Al llegar, le dijo a su esposa que lo cocinara. Ella lo mató con un machete, le sacó las tripas y le quitó el pellejo. Posteriormente le aplicó el recado de achiote y asentó al animal en una parrilla que estaba sobre las brasas del carbón. Pero cuando el animal sintió lo caliente, empezó a revolcarse hasta caer del suelo. De manera increíble el iguano salió corriendo sin sus tripas y sin piel hasta llegar a la albarrada. Juan y su esposa lo siguieron para encontrarlo. Pero grande fue su sorpresa, pues cuando vieron al animal éste estaba completo, tal como inicialmente lo había encontrado Juan en el monte. Dicen que lo dejaron irse a su guarida.

En el año 1934 del siglo anterior, cuenta Venancio, hubo un extraño suceso en el mismo lugar, los cerros de X-Vena. En esta ocasión, dos mujeres campesinas salieron a leñar cerca de las 7 de la mañana. Mientras acomodaban la leña para cargarla, miraron hacia arriba y vieron a un iguano; cuando éste dio cuenta que lo estaban observando, se lanzó al suelo y se refugió en su madriguera del cerro ya mencionado. Como de costumbre, decidieron cazar a este animalito. Trataron de atraparlo jalándole la cola; pero ésta se alargaba en cada ocasión que la jalaban. Finalmente, el iguano salió del agujero, pero ya tenía el tamaño y el aspecto de un lagarto. Sorpresivamente el animal se lanzó sobre una de ellas, le rasguñó el cuerpo hasta romperle la ropa y herirla.

La otra mujer, muy asustada, comenzó a gritar, y en ese momento, por suerte que su marido también estaba leñando, escuchó aquellos gritos que provenían cerca del cerro. Sin pensarlo mucho corrió hacia donde estaban las dos mujeres. A pesar de su asombro ante el extraño animal, el hombre lo atacó con su machete. Pero el iguano, al ver el peligro que representaba aquel hombre, se fue corriendo hacia el mismo cerro. Se metió en la cuevita allí que tiene. Fue así como se salvaron de aquella criatura mágica y dicen que nunca más la volvieron a ver desde ese día. Pero yo creo que el iguano sigue allí.

Lo más leído

skeleton





skeleton