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Aunque voceros de comunidades indígenas de Campeche y el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) contrastaron en declaraciones sobre el otorgamiento de una suspensión provisional por la construcción del tren maya, el proyecto se abre paso con firmeza.

Era algo previsto el uso de recursos legales frente al ferrocarril cuya construcción se iniciará en marzo, como ocurrió con el Aeropuerto de Santa Lucía en la zona metropolitana de la Ciudad de México que pese a una lluvia de procedimientos jurídicos ha salido avante y se está edificando.

Mientras Fonatur rechazaba que se haya otorgado este amparo, los grupos de la comunidad de Xpujil, en Calakmul, argumentaban que sí, una muestra más del jaloneo de información en torno a un plan que pretende ser plataforma turística de altos vuelos.

Si bien es difícil comprender a detalle las implicaciones ambientales y comunitarias de un circuito tan amplio, que recorrerá varios estados y modificará la vida de zonas olvidadas, la revisión que se genera con las inquietudes planteadas por organizaciones también puede ser positiva.

El proceso previo a la obra hizo voltear a ver a las localidades rurales, consultar, escuchar y recordar a los responsables la importancia de informar constantemente como la mejor manera de aclarar los cuestionamientos. Ello puede ayudar a lograr que realmente se constituya en un buen tren -en más de un sentido- con beneficios tangibles para la Península de Yucatán y los estados vecinos.

No es fácil entender a la primera el lenguaje de un proyecto como éste, pero en el último año se ha logrado cierta familiarización con los sectores.

Autoridades estatales y la iniciativa privada coinciden en que el proyecto federal ayudará a que se fortalezca la alianza regional entre Yucatán, Campeche y Quintana Roo, lo que generaría que a largo plazo lleguen más capitales.
El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 considera tres proyectos regionales: tren maya, Istmo de Tehuantepec y el Programa Zona Libre de la Frontera Norte.

Pese a reticencias, se espera que el del sureste consolide una alianza regional, a la que se apostó tras la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México, en diciembre de 2018: las entidades se fueron por una estrategia compartida, cuyo fin es la promoción de los atractivos turísticos de la región.

Los comerciantes organizados ven el plan como un programa de reordenamiento territorial: a los estados por donde pase la ruta se les va a permitir crear “clústeres” logísticos que fortalezcan la producción local y el consumo interno para así sustituir importaciones.

Otra coincidencia y situación que se suma al proyecto del tren maya y a la alianza regional es el Tianguis Turístico 2020 en Mérida. Cuando ocurra este evento ya se habrá iniciado la construcción, y los inversionistas podrán ver el desarrollo y confirmar que vale la pena el debate.

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