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En lo empresarial fue el primer introductor del supermercado en Yucatán, el poder tomar del anaquel un producto y llevarlo a la caja era toda una experiencia en los años 80; comercializó varias marcas de alimentos en toda la península, los productos de madera de uso familiar, médico e industrial que salen de su fábrica se venden en el país y se exportan hasta la fecha. Edificó el mayor emporio industrial de carnes de cerdo, Kekén, en la modalidad de sociedad compartida, donde los empleados eran también socios. Fue presidente de la Cámara de Comercio y de la Coparmex, donde supo expresar con firmeza todas las posturas de desarrollo social y económico; jamás fue comparsa del poder en turno y eso le valió legitimidad y admiración. En lo cultural fue mecenas y promotor de varios artistas y organizaciones afines, como el teatro regional, Orquesta Sinfónica de Yucatán, y su gran obra la enciclopedia “Yucatán en el tiempo”. En lo social fue un promotor incansable de varias organizaciones de caridad y se ocupó hasta del sostenimiento de los Padres Salesianos, que atienden a jóvenes de escasos recursos con problemas reintroduciéndolos a la sociedad.

Don Raúl Casares combinaba los más altos ideales del general con la fuerza y disciplina del soldado, siempre logrando sacar adelante sus proyectos, que tocaron la historia de Yucatán. Si liderazgo significa influir en las personas para lograr un objetivo, cumplía perfectamente la definición. En las muchas veces que tuve la oportunidad de consultarle pude identificar un método que utilizaba mucho para sus consejos: primero sacaba el problema de tu persona para poder analizarlo desde varios ángulos y así se encontraba la solución y tu papel en la misma siempre sembrando un optimismo inexplicable.

Don Raúl fue un hombre al que le emocionaba la vida, de sonrisa permanente e ideales sublimes, que tuvo la dicha de alcanzar el desarrollo máximo de todas sus metas; la calidad y el alcance de éstas tocaron todas las esferas del entorno social, político, empresarial, cultural y altruista de la sociedad. Se ganó el respeto de todos y nunca titubeó cuando se le necesitaba. Un hombre cuyo ejemplo es digno de recordar e imitar. Hoy le toca estar sentado en el olimpo de los hombres ilustres de Yucatán. Descanse en paz don Raúl Casares G Cantón.

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