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Otro mito clásico que la política económica del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador rompe con su estrategia que sustentará las bases de la confianza en la inversión y el empleo es (en la pasada entrega hablamos de los dos primeros):

Mito 3. Los programas sociales son políticos. Los programas de apoyo social no son nuevos ni en México ni en el mundo.

En nuestro país la población pobre es de cerca del 38% del total, la desigualdad en México proviene de muchos factores, como falta de educación de calidad, ausencia de ahorro familiar, deficiente infraestructura en el interior de los estados y sobrerregulación empresarial de modo que inhibe la competencia y otros muchos obstáculos más.

Esta población debe ser atendida, ya que no cambió su proporción en los últimos 20 años; de hecho, al comienzo de la pandemia se hablaba en el Banco Mundial de la factibilidad de una pensión universal para adultos mayores como método de elevar la calidad de vida en el mundo, pero también darle certidumbre al consumo privado con un efecto redistributivo de la riqueza.

En Estados Unidos siempre se han implementado subsidios, como el seguro de desempleo y otros.

La política de ayudar a las madres solteras, becas en efectivo, pensión al adulto mayor y otros no sólo son una estrategia de justicia social, sino que agregan un ingreso a la economía que le pone piso al consumo familiar.

No hay recurso alguno que el gobierno pudiera ejercer que ocupe el lugar que tiene la economía en su conjunto, todo el presupuesto del gobierno es solamente el 17% del PIB (ventas totales de un país) y 1 de cada 7 pesos de la inversión nacional es del gobierno; es decir, la economía la hacemos todos, nada puede evitar que cierren negocios débiles financieramente; esto provoca desigualdad pero es una constante en todas las crisis económicas.

Hoy el Banco Mundial ya cuestiona la viabilidad financiera de muchos países que tomaron deuda para elevar los gastos públicos y salvar empresas que al final perecieron o les generará inflación, dificultará el acceso a créditos y frenará la inversión extranjera.

El primer deber económico del gobierno es mantener sus finanzas sanas para que no aumenten impuestos y gasolinas e invertir donde el privado no puede, como carreteras, puertos e infraestructura energética.

Es válida la crítica constructiva y también cuestionar el discurso y la gestión social del gobernante, pero en materia económica el Fondo Monetario Internacional felicitó al gobierno de México el 4 de noviembre del año pasado por sus políticas económicas que si bien causarán una contracción económica temporal, también sentarán las bases para un crecimiento sólido a corto plazo.

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