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Las perspectivas de nuestro crecimiento en 2019 no son para nada satisfactorias, con un entorno internacional enturbiado por la desaceleración económica de nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, que pagará los costos de la guerra de aranceles contra China, que tampoco saldrá indemne de la confrontación.

Crisis bajo cuyo influjo se pueden magnificar los efectos de los errores en la economía doméstica, tocada por la apresurada decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco, lo que ocasionó que las firmas internacionales retrasaran su inversión aquí, en espera de señales que pudieran despejar la incertidumbre creada sobre el cambio de proyecto económico, anunciado por la nueva administración.

La crítica a esa decisión, reavivada por José Antonio Meade, cuando propuso actualizar sus costos, y que encontró en los funcionarios gubernamentales descalificaciones gratuitas y ofensas más que argumentos, alcanzó resonancia entre los economistas y consultores de inversión que destacan que lo importante, más que los pagos que deberán ser hechos a los accionistas, que no son nada despreciables, es el costo de oportunidad; el desprecio de las ventajas para generar un crecimiento de alrededor del 1.5 del PIB, así como la creación de empleos y el desarrollo del sector turístico-aeronáutico, que hubiera sido suficiente para contrarrestar los efectos negativos del entorno internacional.

Así nos encontramos con dos proyecciones encontradas sobre nuestras expectativas de crecimiento, una que pinta, como Jiménez (José Alfredo, no Espriú) “un mundo más bonito que el nuestro” y otra que advierte acerca de la necesidad de tomar medidas preventivas para tener la capacidad de sortear adecuadamente la crisis que se avecina.

En este terreno, la prospectiva del Banco de México resulta más objetiva y, en una reunión de fines de diciembre con las autoridades hacendarias, filtrada a los medios, expresó sus dudas sobre la viabilidad de una política que ponga énfasis en el consumo en detrimento de la inversión productiva, señaló la dificultad para controlar la inflación al 4% y calculó el crecimiento del PIB del 1% a 1.8%, frente al 2.8% de Hacienda

Antes que presentar cuentas alegres, haría bien el gobierno en trabajar para aminorar la incertidumbre que creó en el primer mes de su arranque.

Circo.- Ante la complaciente mirada de los medios, Mauricio Vila, gobernador de Yucatán, da muestras de que aspira a ejercer un poder absoluto, donde se cumplan sus más extravagantes caprichos.

Así lo manifestó en Tizimín, donde se burló de los ganaderos al someterlos a un concurso de baile para decidir a quién entregarle los apoyos, argumentando que, como es democrático, la decisión la tomarían los asistentes mediante el aplauso.

Lo que hizo palidecer al Coliseo de la misma Roma.

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