Dramático
El Poder de la pluma
Si consideramos el número de víctimas de la guerra contra el robo de combustibles, emprendida por el gobierno, podríamos observar que el mayor número de bajas corresponde a los minoristas, esa parte de la población que, si bien participa en el delito, obtiene réditos exiguos o insignificantes en comparación con los de los mayoristas, que son las organizaciones delictivas que crearon verdaderas redes de complicidad para el saqueo y la comercialización fraudulenta de hidrocarburos.
Y que, por otra parte, o bien son víctimas de su irracional oportunismo o que, en otro caso, se prestan para ser utilizados deliberadamente como carne de cañón, para proteger a los verdaderos responsables y beneficiarios del delito.
El recuento fatal de la explosión del viernes pasado en una pequeña comunidad del Estado de Hidalgo da cuenta de ello, pero además resulta aleccionadora sobre las dificultades que tiene que afrontar el gobierno para combatir de manera eficiente ese delito, minimizando el número de víctimas, sean civiles o militares.
Porque a pesar de haberse detectado oportunamente la “fuga” y de haber enviado una brigada militar para contenerla, resultó imposible, en la práctica, evitar la tragedia que sobrevino.
Y aunque por años el deporte nacional ha sido fustigar al gobierno, culpabilizándolo por todo lo que ocurra en el país, en todos los terrenos, lo cierto es que no me parece éticamente correcto achacarle, en este caso, la culpa de la tragedia, sobre todo considerando los antecedentes de la semana pasada en que tres militares fueron sometidos, vejados y retenidos por una turba similar.
Pues fue, a mi juicio, la temeridad ingenua de los atracadores, antes que la prudencia demostrada por las fuerzas armadas, la que propició el desenlace fatal.
Esta situación nos permite valorar mejor las dificultades de la autoridad para exigir el cumplimiento de la ley, en circunstancias en que la población no parece tener conciencia de que una actividad como ésa, además de resultar ilegal, pone en peligro su vida, o que, a sabiendas, decide jugársela por una bicoca.
Comedimiento.- A propósito de los recientes sucesos dramáticos he observado en las redes sociales un encono y una polarización que me niego a aceptar que sea el reflejo de lo que realmente es el ambiente social, porque pondría en duda nuestra capacidad para ponernos de acuerdo y para trabajar en armonía.
Ya se han hecho exhortos a las autoridades a superar la etapa de la campaña y a dejar de usar los medios para ofender a sus contrincantes, que espero sean escuchados en todos los niveles de gobierno.
Tratemos por nuestra parte, como ciudadanos, de ser más comedidos y dejemos de reciclar las ofensas y acusaciones del pasado reciente, para contribuir a refrescar el ambiente social.
Ninguna causa es justa si solo reditúa en el encono y la crispación social.