Campo minado
El poder de la pluma
Las noticias de la pandemia siguen estremeciendo a los hogares de Yucatán, diariamente un conocido o miembro de la familia resulta contagiado por el virus que nos golpea sin descanso y con saña, enlutándonos y creando un ambiente de miedo y frustración. Especialistas pronostican para fines de septiembre o mediados de octubre que se inicie una disminución en contagios y fallecimientos al alcanzar la inmunidad de rebaño que se logra al estar el 70% de los habitantes inmunes por haber sido infectados; llegar a estas cifras también conlleva un número de fallecimientos mayor que el acumulado.
En la economía, la situación es de un daño grave. Si verificamos los datos oficiales, este primer semestre del año se detuvo bruscamente la creación de nuevos empleos y se registró una pérdida de 24 mil plazas de trabajo, de las cuales el 81% eran empleos permanentes y el 19% restante eventuales. Las mayores pérdidas se registraron en la industria de la transformación, donde se han perdido más de seis mil empleos; en la de la construcción más de cuatro mil puestos de trabajo se esfumaron; en los comercios más dos mil quinientos, y destacan con más de seis mil bajas las áreas administrativas y de personal de servicios. Otros rubros de la economía, como el agropecuario, no se salvan de este impacto económico; hay sin duda una contracción de nuestra economía regional que aún no toca fondo.
Si comparamos los datos de empleo que teníamos en 2019, de cerca de trescientos ochenta y cuatro mil plazas, la disminución es de cerca del 8% de nuestra base laboral; si agregamos los empleos informales la cifra es mayor y nos da una idea clara del impacto que representa para las familias y su bienestar; un golpe fulminante, arrimando a sus integrantes a empujones a la pobreza y otros, peor, a la pobreza extrema.
El problema de la economía es que el daño no va a detenerse cuando se acabe la pandemia; en ese sentido la crisis no se resuelve con una vacuna, en economía el esfuerzo para recuperarnos reclama programas que deberán obedecer a condiciones básicas, un esfuerzo sin precedente, con apoyos a fondo perdido y créditos blandos -con los que hoy no contamos-, de ahí que dependeremos de la capacidad de los gobiernos federal y estatal y de los empresarios para realizar los esfuerzos necesarios para la activación de nuestra economía, un proyecto conjunto, donde gobierno y empresarios encuentren los consensos para implementar las medidas para recuperar nuestra economía y regresar al camino del crecimiento. Tarea difícil, larga y dolorosa, que reclama lo mejor de todos... arduo, muy arduo en nuestro México lleno de desencuentros y próximas elecciones intermedias y que parece un campo minado. Como si se requiriera de un milagro que nuestros políticos estén a la altura de las circunstancias.