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Los números nos dotan de la lupa que nos permite ser más precisos en el diagnóstico de los impactos que causan diferentes fenómenos, no sólo para medir los asuntos económicos, tema en donde más los utiliza la gran mayoría; nos permiten evaluar los resultados y proyecciones del futuro. Si aplicamos la estadística para analizar los resultados de lo que llevamos en materia de fallecimientos por Covid en nuestro país y particularmente en Yucatán, podemos concluir que esta segunda ola y sus resultados en fallecimientos dan terror y sus consecuencias parecen no ceder; sólo contando los de Yucatán hay para confirmar lo alarmante del tema: entre 10 y 12 fallecimientos diarios, más contagios registrados en los hospitales públicos, a los que se añaden los no registrados, número que, según el Inegi, es mayor en un 40%. Lo cierto es que sólo los números oficiales nos permiten concluir que la pandemia no cede y es más intensa que hace un año y su letalidad ha enlutado a las familias yucatecas: algún amigo, un pariente o conocidos que perdieron a alguien querido.

Para quienes lograron superar con éxito los cerca de 21 días que dura la incertidumbre de sus consecuencias, se inicia una serie de secuelas posteriores que la ciencia médica está documentando, como daños neurológicos graves y con consecuencias a mediano plazo, larga rehabilitación del aparato respiratorio, incluso quienes no tuvieron síntomas están presentando cuadros posteriores. Con todos estos resultados y pronósticos es realmente preocupante el comportamiento de una mayoría de los ciudadanos al actuar como si no existiera la pandemia.

No entiendo la razón de decidir dónde se inicia la vacunación y el porqué no se incluye a Mérida y sus comisarías, si la gran mayoría de los fallecimientos son de esta ciudad. Esta semana, por cierto, se cumplió un año de ser considerado como pandemia el Covid y un año de estar encerrados y semidetenida nuestra economía. Es realmente inédita la fecha del año que se paralizó la humanidad; en un año el virus destructivo acabó por meter a la pobreza a más de 10 millones de mexicanos; un año en que dejó de visitarnos la mitad de quienes venían de vacaciones y dejaban ingresos al país; un año con un millón de empresas que desaparecen y los números no dan la luz que requeriría esta crisis: la vacunación de todos nosotros.

Después de varios meses de trabajo legislativo, esta semana la Cámara de Diputados aprobó una ley para cultivar, producir y comercializar la marihuana, tanto para uso recreativo, como de uso industrial y médico y en particular para medicamentos eficaces contra enfermedades crónicas.

La ley aprobada regresa al Senado para las modificaciones que hicieron los diputados; con esta ley se podrán establecer el próximo año empresas en México, como las que en Canadá y Estados Unidos tienen mucho éxito y el gobierno capta impuestos de manera generosa. Es una industria nueva con un futuro estable.

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