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Aunque sin saber cuál es el nombre del modelo económico abrazado por el nuevo régimen, como gusta llamar a su gobierno, para sustituir al denostado neoliberal, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio la semana pasada un par de razones para demostrar que en terrenos prácticos hay circunstancias en que es necesario actuar de manera prudente y mesurada para obtener buenos resultados que favorezcan la gobernanza y el crecimiento económico.

Todo comenzó con un tenue llamado a los inversionistas privados, que obtuvieron licitaciones a partir de la reforma energética, para que aceleren sus trabajos y comiencen a extraer petróleo, con el ofrecimiento de respetar plenamente sus contratos, retándolos, aunque sin mucha convicción, para que demuestren que son más eficientes que el gobierno en las tareas productivas.

Posteriormente encaró y logró desactivar la amenaza de la CNTE de paralizar tanto el tránsito como la actividad económica en amplios sectores de la Ciudad de México, para luego establecer acuerdos de colaboración con los representantes del sector bancario y financiero del país.

Y aunque los primeros dos casos están relacionados con las reformas estratégicas impulsadas por el gobierno de Peña Nieto, contrario a su discurso, hay en la práctica un reconocimiento tácito, así sea parcial, de las ventajas que de ellas provienen, por haber impulsado la apertura a la inversión privada en las industrias de energía, así como por la recuperación de la rectoría del Estado en materia educativa.

Y aunque la reforma de la reforma educativa promovida por su gobierno -no se puede hablar de contra-reforma-, desactiva la parte punitiva de la evaluación a los maestros, logra conservar el control administrativo sobre plazas, contratos, pagos y ascensos, que fue recuperado por la reforma anterior, sometiéndolo mediante el procedimiento de concursos, lo que obligó a la misma CNTE a declarar que ya no es su demanda. Lo más importante, a mi juicio, fue no permitir el empantanamiento de las protestas.

La participación del presidente en la Convención Bancaria recuperó la relación de respeto y colaboración de los representantes de los hombres del dinero con la administración gubernamental, que puso en entredicho el activismo de sus colaboradores cuando amagaron con modificar el marco legal de sus negocios. La competencia y el mercado fueron reconocidos así por el presidente como necesarios reguladores de las actividades económicas.

¿Dónde está?- De que, en el arte de gobernar, no todo es miel sobre hojuelas dio cuenta la recepción que le hizo a AMLO, en el aeropuerto de Acapulco, un conglomerado de mujeres que no se resignan a perder el subsidio gubernamental para las estancias infantiles, con un grito que lo puede seguir durante el sexenio: ¿Dónde está? ¿Dónde está, el presidente que nos iba a apoyar?

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