La evaluación en pandemia

Cesia S. Rodriguez Medina: La evaluación en pandemia

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La participación de México en la prueba PISA (Programme for International Student Assessment) ha generado polémica en el medio político nacional e internacional. Desde el año 2000 que dio inicio el proyecto de evaluación, el país ha sido constante en su aplicación, por esa razón ahora que se decide reajustar los procesos de implementación esperando que las condiciones sean las apropiadas, es preciso señalar qué valor representa para los sistemas educativos la medición de los aprendizajes.

Los resultados obtenidos de las pruebas oficiales estandarizadas son lo que se conoce como la “aritmética política”, información que permite promover políticas públicas que contribuyan a mejorar las condiciones sociales generando un mayor crecimiento económico, observando de esta forma que sólo a través de la educación pueden existir mejores niveles económicos, por esta misma razón los resultados son cruciales para reestructurar los modelos educativos con el fin de medir avances y posibles retos.

Este instrumento ha sido una de las bases para justificar decisiones educativas, como antecedente en las dos últimas décadas se decretaron la Reforma Integral de la Educación Básica entre los años 2004-2011 (RIEB), la Reforma Educativa de 2013, y desde 2018 la Nueva Escuela Mexicana, medidas que surgieron de las recomendaciones de organismos internacionales basados en datos obtenidos de distintos medios estadísticos, promoviendo de esta forma el impacto directo en la reorganización escolar. En esto radica la preocupación por la suspensión que podría incidir en el desconocimiento del nivel de los aprendizajes adquiridos en lectura, matemáticas y ciencias de la población de 15 años, estudiantes que concluirán su formación básica. Aunque no hay un plan oficial del Gobierno Federal ni de la Secretaría de Educación Pública (SEP), por el momento, es fundamental analizar objetivamente los posibles factores que pudieran desencadenar una decisión tan importante. La última aplicación se realizó en 2018, las características más significativas del diagnóstico fueron que “los estudiantes mexicanos obtuvieron un puntaje bajo el promedio OCDE en lectura, matemáticas y ciencias”, además de que “el desempeño promedio se ha mantenido estable en lectura, matemáticas y ciencias, a lo largo de la mayor parte de la participación de México en PISA” con algunas variaciones menores, también se reflejó la variante socioeconómica como una de las determinantes en la diferencia de resultados entre estudiantes. Considerando que se ha mejorado en las tres áreas entre cada aplicación al menos 5 puntos, no se han alcanzado aún los estándares promedio que postula la OCDE.

Ante este historial de resultados aunado a la reciente adaptación del sistema escolar por motivo de la pandemia de Covid-19, conviene señalar la pertinencia de continuar o suspender la aplicación del examen, qué información podría recabarse si los contextos educativos han expuesto con mayor precisión las desigualdades en las que se encuentran los estudiantes, además de que la prueba por su naturaleza no considera el estado actual de la educación a distancia, en línea y virtual. La presente crisis sanitaria expone también la necesidad de nuevas formas de evaluación más inclusivas y exige renovar la estrategia instrumental para medir los aprendizajes de los alumnos.

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