Memoria del Congreso Feminista
Cesia S. Rodríguez Medina: Memoria del Congreso Feminista
Con motivo de la conmemoración del Primer Congreso Feminista realizado en la ciudad de Mérida, Yucatán, del 13 al 16 de enero de 1916, conviene retomar a manera de reflexión algunas inquietudes y demandas manifestadas por las congresistas durante los cuatro días de sesiones llevadas a cabo en el Teatro Peón Contreras, pero no sin antes destacar que este evento significó para la sociedad yucateca y mexicana la transición hacia la construcción de los derechos sociales y políticos de las mujeres, ya que de este suceso se fortalecería la lucha por el sufragio femenino alcanzado en su totalidad hasta 1953.
Cabe mencionar que esta iniciativa fue convocada por el gobernador Salvador Alvarado, pero que no pudo haber sido posible sin la organización y participación de destacadas maestras yucatecas, como Elvia Carrillo, Consuelo Zavala, Raquel Dzib Cicero y Candelaria Ruz Patrón, entre otras. El momento histórico en el que se desarrolla el Congreso fortaleció el ejercicio del diálogo entre mujeres, pero también expuso la resistencia de algunas a los cambios que más adelante irían estableciéndose a raíz del triunfo de los liberales durante la Revolución Mexicana.
Por este motivo, el contexto en el que se lleva a cabo el Congreso fue propicio para replantear la postura y el papel de la mujer en la sociedad, por lo que a este evento fueron convocadas, según los Anales de esa Memorable Asamblea; “Todas las mujeres honradas de Yucatán que posean cuando menos los conocimientos primarios” (1916), logrando con esta invitación la asistencia de más de 600 participantes. Entre los temas a discutir se incluyeron: ¿cuáles son los medios sociales que deben emplearse para manumitir a la mujer del yugo de las tradiciones?, ¿cuál es el papel que corresponde a la Escuela primaria en la reivindicación femenina, ya que aquella tiene por finalidad preparar para la vida?, ¿cuáles son las artes y ocupaciones que debe fomentar y sostener el Estado, y cuya tendencia sea preparar a la mujer para la vida intensa del progreso?, y ¿cuáles son las funciones públicas que puede y debe desempeñar la mujer a fin de que no solamente sea elemento dirigido sino también dirigente de la sociedad?
En respuesta a estos cuestionamientos, un sinfín de ideas se expresaron, por tanto, menciono algunas de ellas, por ejemplo, “acaso la mujer no necesite tanta educación como se la quiera dar, sino más bien la necesaria para dirigir su hogar […] que a quien era necesario educar era al hombre”. Por otro lado, se expuso que “los medios que deben emplearse para manumitir a la mujer del yugo de la tradición son: la enseñanza laica, la difusión de espectáculos y enseñanzas socialistas y la fundación de escuelas que tengan por objeto ahuyentar del ánimo de la niñez el negro temor de un dios vengativo”. En cuanto al voto femenino, Francisca A. preguntaba: “¿Qué no podemos votar? ¿Acaso los hombres pueden todo, por su ilustración y cultura? Entre ellos no todos tienen el criterio de muchísimas de nosotras”. Contrariamente, Consuelo Zavala se manifestó pidiendo “un poco de experiencia para la mujer, antes de lanzarla a la lucha pública”, como respuesta, la Srita. Piedad C. dijo: “Mañana, es la palabra de la reacción”.
En definitiva las participaciones no estuvieron exentas de divergencias, reflejando de este modo las ideas radicales y conservadoras, sin embargo, la conclusión de los trabajos no fue definitiva, pero marcó la pauta para los futuros cambios legislativos.