Mujeres a contracorriente

Cesia S. Rodríguez Medina: Mujeres a contracorriente

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Hace algunos días concluí el libro “Ya no somos las mismas y aquí sigue la guerra”, en él se integran los testimonios, relatos y entrevistas hechas a diversas mujeres que fueron víctimas de violencia en sus diferentes formas, sobrevivientes de la crueldad ejercida por el “poder” dado al hombre, cada palabra expresada marca el dolor y la impotencia que han tenido que soportar para reconstruir el sentido de su vida, continuar es su forma de rebelarse.

Estas narraciones reflejan la condición de vulnerabilidad que ha rodeado permanentemente a las niñas y mujeres, a las que un día cualquiera se les arrebata la libertad y la vida, dejando una herida que sentimos todas. En este libro podemos tener un reflejo de lo que a diario sucede en el país contra nosotras; violaciones, agresiones físicas, feminicidios, desplazamientos de comunidades, secuestros, acoso, entre otras formas de violencia, pero sobre todo, expone historias de impunidad que han perdurado permitiendo que se reproduzcan estas conductas. Sin embargo, a pesar de las circunstancias que nos cercan, uno de los medios que encontramos para alzar la voz y exigir justicia es justamente éste: hacer eco, escribir de sus historias y luchar por la justicia juntas.

A todo esto, el día de hoy que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, es importante remarcar que esta fecha ha significado un parteaguas para la lucha no solo por los derechos de la mujer, sino para entrever las condiciones a las que ha estado sujeta y que se hace urgente cambiar, si bien es crucial reconocer lo que hicieron nuestras antepasadas, las mujeres obreras y socialistas permitiendo que se visibilizaran las condiciones precarias en que laboraban, las desigualdades salariales y la explotación a las que eran sometidas sobre las inhumanas jornadas de trabajo, también contribuyeron a revelar el orden patriarcal establecido en el periodo feudal-capitalista, que utilizó como recurso para su permanencia la violencia.

Es por eso que aunque estas dos situaciones que menciono parezcan aisladas, en realidad se entrelazan para explicar y demostrar que el destino que se pretendía imponer a la mujer a través de un sistema desigual y violento que engloba los diferentes aspectos de la vida, el trabajo, la condición económica y el cuerpo, situó a la mujer en un rol de subordinación, basta con revisar la historia para distinguir esta imposición política-social hacía ellas, no obstante, a pesar de que el Estado en su lógica de dominación pretenda frenar estas transformaciones, las mujeres han logrado una escisión histórica que puede cambiar el rumbo de sus vidas, porque se ha revelado la estructura que da cuenta de que la hegemonía sobre ellas ya no puede persistir y que podemos construir a través del espacio público y privado una sociedad basada en el respeto, la igualdad y la equidad.

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