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La H, octava letra del alfabeto español, es –para quienes toman siempre los caminos fáciles- una letra que es un quebradero de cabezas. Tan lo es que un personaje de la importancia del venezolano Andrés Bello, autor de la muy famosa Gramática de la lengua castellana, pedía en 1823 una reforma ortográfica que pusiera fin a la existencia de esa letra, y el colombiano Gabriel García Márquez proponía, en Zacatecas, en 1997, durante el I Congreso de la Lengua Española, la jubilación de la H.

Las cosas, sin embargo, no son tan fáciles. Uno de los problemas -y no el menor- es que comienzan con H unas 2,000 palabras en español. Otro es que la tienen palabras que en su origen latino llevaban F, por ejemplo hoja (foja). Uno más es que intercalada entre dos vocales (búho) señala que se trata de un hiato (con H), es decir no es un diptongo. Una más es que la llevan palabras que comienzan con ue: huevo, hueco y es así porque hasta hace unos siglos la U y la V se escribían igual y la H era la señal de que la letra que seguía era U y no se dijera vevo o veco.

El que esto escribe siempre ha sido defensor a ultranza de las letras que muchos quieren jubilar. Por ejemplo, la Ñ, que al iniciarse la era de la computación se pretendió borrar porque los teclados venían con alfabeto inglés que (desafortunadamente paras sus hablantes) no la tiene. Hoy día es un tema zanjado y la Ñ sigue hermosa, con su virgulilla encima, adornando con bellas palabras nuestro idioma.

De vuelta a la H debo decir que en el programa Más temprano, en Sipse televisión, donde el Plato de lengua tiene una sección, tocamos ese tema con la colega conductora Sissy Huezo y varios de quienes nos oyeron me preguntaron por qué me ocupó de esa letra que “ni suena” y sí causa tantos problemas.

A ellos les respondo que hay regiones donde se habla español en las que sí suena (con una leve aspiración, casi como de brisa tenue, cual si no quisiera importunar y que la dejaran existir) y que en maya, en el antiguo alfabeto, tenía sonido de J (nohoch sonaba nojoch, como hoy se escribe).

Yo creo que el problema -y a eso se debe el pleito que algunos traen con esa letra- es que la H es la única letra (casi) muda del alfabeto español, excepto cuando va precedida de la C para formar el “dígrafo” Ch (hoy confinado a un rincón en la letra C en los diccionarios, igual que la LL, metida dentro de la L por los “académicos” que a veces dan la impresión de que su misión es acabar con el poderío y la belleza del español).

Señoras y señores: la letra H es muda, pero no inútil. Tómense el tiempo necesario para estudiar la historia de nuestra lengua maravillosa y potente y se darán cuenta de que se empobrecería si los enemigos de esa letra logran su cometido.

¡Viva la H por siempre!

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