Plaza de la soledad

Se trata de un relato lleno de emociones no sólo nostálgicas, sino divertidas y reconfortantes.

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Complicado en todos los sentidos resulta desmenuzar en una película el tema de la prostitución en la Ciudad de México, sin trastocar susceptibilidades moralinas de índole histórica. Más difícil aún, construir un relato lleno de emociones no sólo nostálgicas, sino divertidas y reconfortantes, logro que define al documental de Maya Goded, Plaza de la Soledad.

Por el título, podría parecer que se trata de una cinta depresiva en todo sentido, llena de dolor y melancolía desbordada, emociones de las cuales no se encuentra exenta; sin embargo, el matiz emocional es tan amplio, que nos permite ver a cuatro mujeres que, impulsadas por una infancia espinosa, terminan por dedicarse al oficio más viejo del mundo: la prostitución, pero que están convencidas de que se trata de un trabajo más y en el que han tenido experiencias buenas y malas, divertidas y comprometedoras, pero todas enriquecedoras.

El nivel de diálogo que consigue la directora Maya Goded con las protagonistas raya en el plano de la camaradería y justo así se siente el filme: intimista y revelador, permitiendo al espectador interactuar con sus reflexiones sobre los comentarios de las cuatro mujeres y la relación de mutuo apoyo que llevan desde años atrás.

El resultado en pantalla es tan satisfactorio e integral, que nos deja ver ese lado terrenal y de sentimentalismo que los noticieros no ofrecen respecto de la prostitución; claro que el nivel de confianza que proyecta en toda la cinta la directora con sus cuatro personajes es la base de dicho corolario.

La fotografía, de la cual es una apasionada la directora, es otro aspecto digno de reconocimiento, pues no se enfrasca en confrontar el ambiente armonioso que nos reflejan las protagonistas; por el contrario, con esos tonos y colores suaves, toma de la mano al espectador para que se integre a la atmósfera de sencillez. El filme es un gran documento visual, que más allá del testimonio antropológico y de cultura popular que nos deja, resulta entretenido y bastante congruente, digno de absoluta recomendación.

Por 13 razones

Saliendo un poco del tema del cine, que es en el que se centra esta columna, decidí hacer mención de la serie televisiva llamada Por 13 razones (13 Reasons Why), que habla de un suicidio entre los preparatorianos y el bullying que lo provoca. La semana entrante ahondaré en la serie, que me pareció del todo productiva.

La imaginación se disfruta más en el cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias: correo electrónico [email protected] o regístrese en www.facebook.com/CinematografoCeroCuatro/ para recibir más información.n

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