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Siento que la marea está muy revuelta con respecto a los artistas; nos acusan de flojos, soberbios, incultos, beneficiados, rateros y etcéteras. No pongo nombres específicos porque uno de los grandes atractivos de las redes sociales es su impunidad. Uno calumnia al otro en la comodidad de su hogar y con un solo “click” de distancia. Personalmente conozco artistas que trabajan mucho, no solo en los teatros, sino también en las comisarías, municipios, cárceles, albergues, etc. Por eso me cansa y me preocupa eso de tachar a un artista de flojo. Porque al itinerario antes mencionado, hay que sumarle el diseño de proyectos para los apoyos de las distintas convocatorias.

Entre las cosas que más pienso está el tema de la seguridad social de los artistas. Hace poco fui hospitalizada de emergencia, y, al no contar con seguro, tuve que desembolsar una fuerte cantidad. Allá, en los olores y dolores del hospital, con los gritos de una señora moribunda a mi lado, toqué fondo pensando cuántos compañeros artistas necesitan ser hospitalizados o pagar una operación quirúrgica y no cuentan con una economía que se los permita.

Me quedé pensando las veces que he compartido una presentación a beneficio de algún compañero. Me ha tocado organizar y conducir esos eventos altruistas, y en verdad puedo confirmar que son muchas las manos que se elevan, incluso de estudiantes de teatro, que quieren cooperar, aun cuando no es fácil. Hay que batallar para conseguir el espacio, y es que a veces, a pesar de la trayectoria del compañero, las autoridades no apoyan con los teatros para realizar los eventos, es más fácil conseguir espacios independientes. En mi caso, el último evento a beneficio que realizamos se llevó a cabo en Teatro Casa Tanicho.

Una vez conseguido el espacio, comienza la convocatoria: compañeros que se suman a la programación, y, en eso sí, manifiesto toda mi admiración y orgullo por mis colegas; son muchos los que levantan la mano y se presentan sin cobrar ni un peso, es mucha la generosidad de los compañeros por apoyar al otro, por poner un granito de arena. Y es que para eso los artistas siempre estamos dispuestos: para apoyar al otro cuando tiene problemas de salud. Y ahí estamos; haciendo eventos gratuitos para apoyar la hospitalización o los medicamentos de tal o cual colega, por el cariño, por el reconocimiento que merece, porque sabemos que ha dedicado su vida entera al teatro, porque también, en el fondo, sabemos que quizá un día nos pueda tocar a nosotros.

Espero que el tema de salud y seguridad social, tan urgente en los artistas, sea revisado pronto. Duele que los compañeros -nos guste su trabajo o no- que han dedicado su vida al teatro se vean en la necesidad de confiar en la generosidad de sus colegas para salvar su vida. Aunque insisto, en eso, nunca he visto a mis compañeros teatristas hacerse a un lado, siempre estamos dispuestos a ayudar de una u otra manera.

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