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Hace unos días asistí a la ceremonia de los abuelos en el Centro de las Artes Indígenas de Papantla; entre humos, velas y altares, viví uno de los momentos más hermosos de mi vida: una hilera de ancianos indígenas estaban sentados en sillas de madera, a la izquierda un altar, a la derecha una fotografía del abuelo iniciador del consejo. Hicieron una ceremonia para bendecirnos, el humo y sus aromas inundaron la choza, ellos se presentaron y nos hablaron de la composición del centro de las artes, donde en el consejo de los abuelos es donde se toman las decisiones.

Hablaban en su lengua natal, pero hay cosas que no necesitan entenderse, sobre todo cuando los ojos expresan esa sabiduría milenaria que emana de los abuelos. Saliendo de la choza, los voladores de Papantla nos volvieron la mirada al cielo, y mientras ellos descendían en el aire, algo del pasado hizo una conexión finita con el presente.

Las Casas-Escuela que conforman al Centro de las Artes Indígenas son: Casa de los Abuelos Sabios, Casa del Arte de Sanar, Casa del Mundo del Algodón, Casa de Alfarería Tradicional Totonaca, Casa de la Cocina Tradicional, Escuela de Danzas Tradicionales, Escuela de Niños Voladores, Casa de la Música, Casa del Teatro, Casa del Turismo Comunitario, Casa de la Agricultura Tradicional, Casa de la Carpintería, Casa de la Tierra Totonaca, Casa de la Palabra Florida, Casa de las pinturas y Casa de Medios de Comunicación y Difusión.

Me encantaría que este modelo se replicara en otros estados, sobre todo en Yucatán, pues estamos rodeados de esa sabiduría maya que a veces parece extinguirse y a veces se manifiesta con toda su fuerza. Sería un gran momento para que Yucatán tuviera su escuela de artes indígenas y el consejo pedagógico pasara por la sabiduría de los abuelos, donde las asignaturas nos enseñaran el hilo contado, el trabajo de las comadronas, la jarana, la herbolaria, el urdido de hamacas, la cosecha, las ceremonias, y tantas otras enseñanzas que en algunos casos nos mostraron nuestros abuelos.

Mi abuela me enseñó a contar historias, era una espléndida narradora, sabía curar con hierbas y tenía muchos secretos para crecer a sus animales o tener una buena cosecha. Leo las protestas contra Margarita Torres Sansores en su nombramiento como gobernadora indígena de Yucatán. Leo sus penosas declaraciones, altaneras, defensivas, vulgares. Me pregunto: ¿A qué indígenas representa? Me gustaría leer en sus ojos la sabiduría que vi en los abuelos indígenas en Papantla, pero ella elige las groserías para manifestarse, sin ser consciente de que ahora representa una cultura ancestral.

Para usted, doña Margarita, cito las palabras del sabio maya: “Te invito a ser indígena. Y ser indígena es escuchar el rumor de los árboles, ser indígena es entender el canto del pájaro. Entonces todo tiene espíritu: tiene espíritu el pájaro, tiene espíritu el agua, tiene espíritu la piedra, todo tiene un espíritu… Todo está escrito” (E.F.P.C.).

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