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Tengo un amigo con un sentido del humor maravilloso, eso le aporta mucho a su carrera de actor. Todos sus personajes están cargados de carisma y de esa chispa especial que tienen algunos comediantes. Su amor por el teatro regional lo llevó a crear a “Salma Salomé”, la segunda actriz del teatro regional. Una mestiza arrefaldada y fuerte, una turca que siempre defiende su dignidad mestiza. Mi amigo es tan genial, que ante la emergencia de una actriz que no podía venir a dar una función, él vino e hizo la obra sin problemas. Tiempo después, cuando otra actriz dejó abandonada una obra muy cerca del estreno, Raúl me ayudó de nuevo.

A mí me quiso como soy; con mis tiempos malos y mis tiempos peores, por eso lo extraño tanto y aun ahora, al escribir estas líneas, me vuelve a doler su ausencia. Mi amigo sufrió discriminación, recuerdo su frase: “Lo peor que puede pasarte en este país es ser gay e indígena”. Pero eso no lo detuvo, él siempre abrazó el teatro como a la vida.

Mi amigo siempre celebra su cumpleaños a lo grande y, en tiempos de finados, le encanta hacer pibes e invitarnos a cenar. Hace unos días hablé con él, estaba en el hospital, pero nos dijo que cuando regresáramos a Mérida iría a vernos, que para esos tiempos él ya estaría fuera del hospital. Mi amigo hizo un viaje a las estrellas, está ahí, iluminando el mundo con su humor y su amor. Amigos tan leales como él tengo pocos.

No puedo hablar en pasado de mi amigo, o decir que ya no está, porque seres como él no se van nunca, él se queda en el amor incondicional que le puso al oficio, aun en tiempos difíciles. Mi amigo no se irá nunca, porque nuestro teatro regional lo tendrá siempre en su historia. Su partida nos deja un dolor muy grande, dolor evidente en tantas pronunciaciones lamentando su partida. Sirvan estas líneas para que su familia sepa lo mucho que quisimos y queremos a Raúl Niño.

Querido amigo, ya lo dijo Sergio Esquivel: “Nadie se va del todo, siempre y de algún modo algún recuerdo quedará”. Tú sigues aquí en el brillo de las estrellas, en las tantas risas y carcajadas que compartimos, en nuestras obras, en nuestros viajes en los que nunca te rajaste y si había que dormir en el suelo, ahí dormíamos porque esa era nuestra única opción para seguir haciendo teatro. Recuerdo que cuando el cineasta René Vargas dijo que eras el actor ideal para nuestra película, nos dijiste que no te sentías bien, pero te sobrepusiste y estuviste en todos los llamados con profesionalismo y amor. ¡Qué fortuna para nosotros tener tu rostro en pantalla! Inmortalizado estás en nuestra película, que por supuesto está dedicada a ti y que haremos hasta lo imposible por proyectar en Mérida. Te cuento que Oswaldo ha llorado mucho tu partida, no entiende por qué la gente buena tiene que irse tan pronto, yo tampoco lo entiendo amigo, pero esta vez tu llamado fue en el cielo y estoy segura que allá también llenarás de risas el firmamento. Te lloro, te extraño y te recuerdo siempre.

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