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Estamos en época de huracanes, de lluvias, de desastres naturales que nos hacen sentir insignificantes o desvalidos. A mí me ha tocado vivir varios huracanes, dos en Mérida y uno en Acapulco. A diferencia de los temblores -que también viví uno en la CDMX- los huracanes se anuncian con tiempo, las autoridades nos hacen saber que uno se ha formado y avanza con pasos destructivos hacia nosotros. El huracán “Gilberto” me tocó en la adolescencia, aún vivía en la humilde casa de mis padres. Recuerdo que las láminas salieron volando y todo el interior de nuestra pequeña vivienda quedó estropeado por la lluvia. “Isidoro” me tocó de adulta, en una casa de cemento que no sufrió grandes daños. El último huracán, del cual no recuerdo nombre, me tocó en Acapulco. Me moría de miedo por la cercanía del mar y porque el rugido del viento y las lluvias anunciaban un panorama de miedo.

Cuando “Isidoro” fui a dar funciones al interior del estado, también me tocó hacer despensas y repartirlas. En Acapulco también armé despensas, pero quería hacer algo más. Pregunté qué faltaba para los niños y la respuesta fue: ¡calzones, ropa interior! Ya había alimentos y agua suficientes, pero los niños estaban en los albergues con la ropa con la que fueron evacuados de sus casas, y para ese momento ya habían pasado una semana con la misma ropa interior. Les pedí a mis amigos que cooperaran conmigo, con lo que tenía y su apoyo pude comprar una gran cantidad de ropa interior para niñas y niños, y repartirla en los albergues.

La destrucción permite la posterior observación de cómo las cosas se levantan de nuevo, cómo la sociedad se une para reconstruir una ciudad, una casa, una familia. La destrucción y los desastres naturales también dejan ver la solidaridad. Creo que hice mal las cuentas porque en realidad he vivido más de tres huracanes, y es que a veces he vivido sucesos que han sido tan devastadores como un huracán. La traición, la mentira, el abuso, la deslealtad, la violencia también son huracanes que llegan a nuestra vida con el nombre de “amistad” “amor” o “familia”. Yo también he sido el huracán de alguien más, de hecho, consciente o inconscientemente, todos lo hemos sido. Éste es el argumento de “India Maya” mi obra que se presenta 5, 6, 7, 12, 13 y 14 de septiembre en el Olimpo. Recipiendaria de los Fondos Municipales para las Artes Escénicas y la Música 2019.

Agradezco al H. Ayuntamiento de Mérida la oportunidad de compartir mi trabajo en mi estado. El reparto está integrado por Oswaldo Ferrer, Susi Estrada, Zaabdi Hernández, Addy Teyer y la actuación especial de la reconocida actriz de teatro y televisión Alejandra Ley. India Maya nos recuerda que la destrucción también trae cosas buenas, que la vida se compone de ciclos, que todos somos semillas y en el futuro: todos seremos estrellas. Al final compartimos un pequeño ritual para cerrar los ciclos de destrucción. Les esperamos en el Olimpo. El precio es de $50 y $25.

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