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Leo con enorme gusto que “La fundamentalista” estará en Mérida, en el teatro “La rendija”, uno de los foros independientes que más intercambios nacionales e internacionales realiza, así como talleres y residencias artísticas, sin dejar a un lado a los creadores locales que han tenido breves temporadas en el foro y tienen oportunidad de actualizarse con talleres y seminarios.

“La fundamentalista” cosechó un éxito innegable en la Ciudad de México. Todos querían ver el duelo actoral de dos histriones: Luis de Tavira y Aurora Cano. Yo también quería verlos, como siempre que voy al teatro tenía altas expectativas del trabajo, sobre todo porque lo han recomendado mucho, y me pasa en ocasiones que un trabajo que dice mucho a unos a otros nos puede parecer indiferente. Pero la obra avala sus recomendaciones desde los primeros minutos: dos personajes en escena y mucho que pensar.

Me apasionan los depósitos de la fe, por eso el tema me parecía muy seductor. La obra transcurre entre una lucha de discursos e idealizaciones, donde uno de los personajes pasa de amar a Dios a convertir en su dios a uno de ellos. El fanatismo que convierte al otro en un todopoderoso, que eleva sus acciones, las más mezquinas o las más cotidianas, nos lleva a pensar en los tiempos que vivimos, en los que cada día una secta más es descubierta y puesta en tela de juicio ante las pruebas que la incriminan.

¿Será que en estos tiempos todos necesitamos un dios al cuál encomendarnos? ¿No son suficientes todos los “dioses” que han caído por sus excesos y abusos sobre sus creyentes? El tema de la fe suele ser sensible, en un momento clave de la obra, un espectador se levantó furioso, aventó las puertas y salió sin mirar atrás, supongo que le dio miedo convertirse en sal. Las facetas de los personajes, como van construyendo y -paradójicamente- deconstruyendo su relación, es un deleite.

Entre lo más disfrutable de la obra está el humor, no solo el humor del texto o de la dirección; el humor de los actores que se ríen de sí mismos, sin importar las etiquetas o los “endiosamientos” de los que son objeto. Luis de Tavira está perfecto en el personaje, casi puede decirse que solo él podía encarnarlo. Yo lo había visto en el cine, pero verlo en el teatro fue otro viaje. El maestro no deja de enseñarnos que su lugar está en el teatro. Aurora Cano, incansable promotora, dramaturga, directora, mujer de teatro, muestra su faceta de actriz, que es tan buena como cualquiera de las otras antes mencionadas.

La energía que construyen entre los dos es encomiable, la química entre estos personajes es maravillosa. No hay ningún duelo entre ellos; nadie menos, nadie más, nadie se excede en respetos: los dos actores se avientan al ruedo y salen con honores. Recomiendo al lector no perdérsela, estará solo con dos funciones en el teatro mencionado. El 5 de octubre a las 20:00 horas, y el 6 a las 19:00 horas. Informes y reservaciones al 9993291313.

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