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La semana pasada pude ver en línea el documental “Jats’uts Meyah”: nacimiento y vida desde los ojos de una partera tradicional maya. Una creación de la arqueóloga Amanda Strickland protagonizada por la señora Bacila Tzec Uc, partera originaria de Yaxhanchén, una comunidad maya que se encuentra en el municipio de Oxkutzkab. El documental está disponible por Vimeo a renta apróximadamente en sesenta pesos, o a compra por ciento veinte pesos. Después de leer la publicidad en sus redes sociales, me interesó mucho ver este proyecto que cuenta la vida de doña Bacila, y que aspira a llegar a Netflix. La riqueza de nuestro estado, los colores, los paisajes tan reconociblemente nuestros, fueron los alicientes que me impulsaron a verla.

Tenemos a cuadro el bello rostro de doña Bacila y sus nietos, momentos de tradición como la cocción del elote pibinal, la tortilla de mano cuando infla su hollejo, las tablillas de chocolate, o las tortas cocinadas por su nieto que regresó de los Estados Unidos.

Doña Bacila cuenta cómo inició su labor de partera, sus técnicas de masaje a las mujeres; misma que le permite saber si están embarazadas o no, y que en caso de estarlo, le ayudan a acomodar al bebé. Después vemos el momento de un parto en la hamaca; la suavidad y sabiduría con las que recibe al niño, le corta y quema su tuch son momentos hermosos que añaden asombro y respeto por su trabajo. Impresiona la vitalidad de esta mujer de noventa y dos años, su alegría por la vida, su sabiduría y felicidad con lo poco que tiene. Si es que una vida plena y sin más ambición que ayudar a bien nacer puede parecernos poco. Sus frases son poéticas, libres, aleccionadoras: “El momento en que nace el nené y ocupa su lugar en el mundo”. Doña Bacila no está quieta un minuto, cocina, alimenta a sus palomas, trabaja, abraza a los niños, baila. Ella ha recibido al 90% de los niños que nacieron en su pueblo. ¡Cuánta vida en esas manos, cuánta historia en esa mirada!

Desafortunadamente, el documental se siente plano en algunos momentos y el audio pierde calidad en otros. Entiendo que es complicado resumir noventa y dos años de vida en poco más de una hora. Pero creo que la documentalista pudo haber sido más cuidadosa en el equilibrio de la historia que nos quiere contar. Honestamente siento que el documental le quedó mucho a deber a doña Bacila, más profundidad a su historia personal. De ella en realidad sabemos muy poco, de su pareja, de las vicisitudes que tuvo que sortear para ser la mujer que es hoy. Alguien me dijo que les llevó cinco años realizar el documental, alabo el esfuerzo, y sé lo complicado que es levantar un proyecto así, pero el resultado no me parece congruente con los años de trabajo. Con todo, es interesante tomarse una tarde, prepararse un chocolate y dedicar un tiempo para ver esta historia, con uno de los oficios más bellos que existen en Yucatán; el de la sabia, amorosa y fuerte comadrona.

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