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En 2005, el maestro Luis de Tavira crea “El Rocinante”, un genial concepto en el que un tráiler viaja a las comunidades y se convierte en un escenario donde el público puede ver los espectáculos desde la ventana o la puerta de su casa; es así, el teatro va a tu casa, como la frase de Mahoma y la montaña. Grandes actores y directores han pasado por ahí. “El Rocinante” es un tráiler que se convierte en teatro y ha recorrido más de cincuenta municipios en Michoacán y algunos otros estados. El gran Mauricio Pimentel recomienda vivir la experiencia como actor o espectador, pues resulta significativa en todo sentido. Este formato no pone límites y llega a público que no ha vivido la experiencia teatral.

Por supuesto que no hablamos de algo nuevo, esta forma de “Cultura rodante” tiene larga tradición en Bolivia, Brasil y otros lugares del mundo, e inicia a finales de los noventa. En el caso del maestro Tavira, lo que más me apasiona del proyecto son las obras y las temáticas que lleva a las comunidades, los repartos armados con actores de reconocida trayectoria. Sin duda un proyecto con mucho sentido, la idea es que no sólo vean teatro, sino que conozcan un teatro montado en la plataforma de un tráiler.

Esto viene al caso porque hace poco vi un video donde un camión recorre las calles de Mérida, la plataforma del camión está llena de luces, músicos, bailarines, actores y comediantes. Escuchar la jarana en vivo es algo que como yucatecos siempre nos va a significar, y eso es clarísimo cuando vemos a la gente que sale de sus casas para mirar el espectáculo y no deja de aplaudir ni emocionarse. La más emocionada es una señora de la tercera edad, de esas que hoy por hoy son señaladas como población vulnerable y que sin duda encuentra alegría al ver el camión detenerse en la puerta de su casa y vivir un rato de esparcimiento lejos del miedo.

La verdad es que me parece un gran acierto del Ayuntamiento de Mérida no sólo retomar la idea de cultura rodante, sino de hacerlo con elementos que nos identifican a los yucatecos. En tiempos en que la pandemia muestra sus dientes más afilados en la ansiedad, la depresión y la angustia, saber que hay un vehículo que recorre el estado llevando alegría a las puertas de las casas es algo digno de admirar y subrayar.

No importa si el concepto es nuevo o viejo, no importa quién lo haga, la pandemia nos rebasa a todos, no hay que perder de vista que lo importante es hacer para los otros, de eso se trata no sólo la política, el teatro, o la cultura; de eso se trata la vida, de hacer las cosas, de luchar para que sucedan en beneficio de los otros. Y es que en la polémica hay que hacer notar que los panuchos se inventaron hace tiempo y nadie reclama su autoría, si así fuera, los creadores del panucho somos todos los yucatecos, y que viva la ciudadanía.

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