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Nos insisten en que hay que quedarnos en casa, pero, ¿qué pasa cuando la casa es la calle? La indigencia ha crecido un doscientos por ciento a raíz de la pandemia. Al inicio de la misma, un indigente falleció a las puertas de una conocida tienda departamental en Mérida. Al cierre de los restaurantes, la comida que algunos indigentes recolectaban en los basureros desapareció. Otros recibían apoyo de los transeúntes con monedas, ropa o algunos alimentos, pero al quedarse la gente en casa, las calles vacías, los indigentes quedaron en total abandono. Por eso me parece muy importante la labor que realiza la señora Libia Esther Novelo Domínguez en la Casa Hogar para el Desamparado A.C. “Buen samaritano”, ubicada a un costado de Cottolengo. En el “Buen samaritano” les brindan comida y baño, junto con todos los cuidados sanitarios. Las personas que colaboran con el albergue se turnan para llevar comida y ropa.

Al respecto, doña Libia dijo: “Hay unos que sólo necesitan una ayudadita, otros inventan cosas, la vida en la calle los deteriora mucho por el abuso del alcohol y las drogas, algunos ya tienen problemas mentales. Les vas teniendo afecto. Todos los encargados son indigentes, y les pagamos. Les compramos zapatos limpios, es bonito ver cómo poco a poco agarran interés por la vida. Hay uno que ya está muy bien, engordó. Dejó las drogas. Con las mujeres es más difícil. Las mujeres son más desconfiadas,  las señoras no se querían subir. Actualmente tenemos un ala de hombres y un ala de mujeres. Por la gracia de Dios no hay ni un contagio. Tenemos como veintiocho personas aquí. Hay unos que querían entrar y salir, pero como eso eleva el riesgo de contagio, no se les permitió, los que están aquí, están desde el principio. Aquí se bañan, pasan al comedor.

“Yo inicié esto porque todo el tiempo veía a gente en la calle, me sentía mal al pensar en mi comodidad, y ellos tan mal. Empecé por llevarles de comer, me animó un sacerdote. El alcalde y el gobernador nos dan vehículos para pasar por ellos y traerlos al albergue. Donde más indigentes ves es en el OHorán, en Santiago, en el centro. Ellos no quieren estar en familia, a veces sus familiares los buscan, y ellos los rechazan, uno siempre se pregunta cómo alguien acaba en la calle y por qué ningún familiar les ayuda, pero en realidad ellos no quieren tener contacto con sus familiares. Les gusta la calle, se bañan en la fuente, con los bomberos. No les da pena. Una vez hubo uno que no quería venir que porque tenía que cuidar su casa, yo como vi que vivía en la calle, le pregunté: ¿cuál es tu casa?, me respondió: El universo”.

Para informes y donativos, comunicarse al 9991493532 o con la señora Libia Esther Novelo Domínguez, presidenta del patronato, al 9992576982. También se pueden hacer donativos en especie o a la cuenta Santander 65504793149 CLABE: 014910655047931498.

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