De meme a presidente de México
El poder de la pluma
Al declararse ganador, Andrés Manuel López Obrador hizo un reconocimiento muy puntual: “Benditas redes sociales”, dijo. Esa noche, el futuro presidente tomó conciencia de que su campaña había logrado cosas distintas a las de los contrincantes, y que mucha de esta diferencia partía del mundo digital.
Forbes publicó un interesante reportaje (“Ellos son los creativos que dieron un vuelco a la campaña de AMLO”) en el que presenta al grupo involucrado en la campaña digital de López Obrador, cuyo objetivo fue divulgar a través de las redes sociales las propuestas, réplicas y proyectos del candidato a la Presidencia de México.
Llama la atención el discurso propositivo con el que este joven equipo le ha dado la vuelta a la publicidad política. Para ellos lo más efectivo fue crear contenido de calidad que interese a los votantes en lugar de invertir millones en spots televisivos o espectaculares, para que así fueran los mismos votantes quienes interactuaran:
“La campaña tiene tintes transmedia, es decir, de lo digital a manuales, actividades físicas como las rodadas en bicicleta y empezó a permear en distintos medios. Nuevas narrativas de hacer publicidad, que ya no es el spoteo constante con la cara del candidato (del) que precisamente los jóvenes estábamos hasta el gorro, la idea era hacer un contenido más digerible” (20/jul/18-www.forbes.com.mx).
Es así como parte de la victoria obradorista tiene su origen en que supieron acoplarse a las nuevas formas de comunicación. Las redes sociales fungieron como una plataforma en la que los mensajes que Obrador emitía con un lenguaje sencillo eran compartidos, viralizados e incluso retomados por los medios de comunicación tradicionales. La gente hizo miles de memes, videos y demás, de frases como “no lo tiene ni Obama”, “ya sabes quién”, “Ricky Rickyn Canallín”, que impulsaron drásticamente la popularidad de Obrador. Cabe destacar: la buena publicidad no hace a un buen gobernante, sin embargo, en las elecciones pasadas atestiguamos un cambio, por lo menos desde el discurso. Lo demás es cosa aparte.