Contrahistoria y guerra sucia
El poder de la pluma
La historia que se enseña en México no permite que la sociedad conozca muchos acontecimientos transcendentales de nuestro pasado. El poder oculta la versión de los oprimidos y de las luchas de resistencia, excluyendo la vida de mujeres y hombres que se han sacrificado para construir un mejor país. Esa historia relegada de los libros de texto y arrojada al olvido, se mantiene viva en los relatos orales que se conservan en la memoria popular y que se transmite entre generaciones, construyendo así la contrahistoria.
Entre los sucesos preservados en la memoria colectiva, pero aún negados por los poderosos, se puede mencionar el secuestro-asesinato del asesor sindical independiente Efraín Calderón Lara “El Charras”, ocurrido entre el 13 y 14 de febrero de 1974, durante el movimiento obrero desarrollado en Yucatán en 1973-74. Es en ese contexto, en el que acontece un capítulo más de la oscura Guerra Sucia, paralelo al asesinato de “El Charras” y concerniente a otro yucateco entregado a la lucha proletaria-popular.
Raúl Enrique Pérez Gasque (a) “Alonso”, nació el 8 de noviembre de 1947, en Mérida. Estudió la preparatoria en la Universidad de Yucatán (UDY) junto a Efraín Calderón Lara y otros destacados luchadores sociales e intelectuales yucatecos. Durante su juventud despertó a la participación política, dando sus primeros pasos en la oficialía mayor de la sociedad de alumnos de la preparatoria. Posteriormente, realizó trabajo comunitario en varias poblaciones cercanas a Mérida, llevando a cabo acciones en apoyó al movimiento de 1968.
Al recrudecerse la represión del gobierno contra el movimiento estudiantil, sacrificó su “vida normal” al pasar a la clandestinidad e incorporarse al Ejercito Insurgente Mexicano. Tiempo después, fue fundador de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), antecedente del EZLN. Participó en el núcleo guerrillero “Emiliano Zapata”, entró en combate con las fuerzas del Estado en varias ocasiones. Realizó trabajo de inteligencia en la cañadas de Chiapas para los insurgentes.
Fue descubierto por el gobierno durante la Operación Diamante en 1974, detenido por ejidatarios y entregado al ejército el 21 de marzo (1974) en Ocosingo, Chiapas. Inmediatamente después fue trasladado al Campo Militar Nº 1 en la capital del país, donde permaneció en manos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) hasta el 9 de abril del mismo año; se conservan como evidencia documentos oficiales que contienen declaraciones que realizó. Desde esa fecha, su destino y el de su esposa Elisa Sáenz Garza (a) “Murcia” (con quien fue detenido) permanece oculto.
La evidencia de torturas y asesinatos realizados por el gobierno mexicano sobre innumerables luchadores sociales no permite suponer que su destino fuera diferente. Apenas en 2001, la CNDH reconoció su desaparición forzada, quedando pendientes muchos aspectos por aclarar. Raúl Enrique Pérez Gasque es una víctima de la Guerra Sucia, desarrollada por el gobierno y el ejército desde los años sesenta, contra movimientos o personas que se rebelan contra las injusticias sociales.
Esclarecer los crímenes cometidos en la Guerra Sucia ayudará a establecer la justicia en la nación y recuperar la memoria histórica que se ha pretendido borrar; la contrahistoria es fundamental.