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El reciente anuncio de la suspensión del carnaval de Mérida permite evocar hechos históricos desapercibidos para una parte de la sociedad actual, ya sea debido a que pertenece a las nuevas generaciones y sus referentes temporales no los suscriben, o por el acondicionamiento ideológico de la desmemoria generada por el poder mediante la historia oficial que se encarga de ocultarlos, pero, en ambos casos, el papel de la historia oficial es fundamental, por ser el mecanismo desactivador de la conciencia histórico-social, ya que, como se puede comprobar revisando los contenidos pedagógicos de las materias de historia, la resistencia proletariapopular no ocupa un lugar en las páginas de los libros de texto ni en la programación a enseñar.

Lo anterior viene al caso al cumplirse el año 47 del secuestro-asesinato de Efraín Calderón Lara, “Charras”, quien fuera líder sindical independiente en Yucatán, durante el movimiento sindicalista que emergió en los setenta del siglo pasado en México y que en el Estado tuvo sus momentos álgidos en 1973-74. Fue en ese marco de lucha proletaria-popular, cuando a raíz de la indignación y el dolor generado en el pueblo yucateco por el asesinato del “Charras”, acontecido entre el 13 y 14 de febrero de 1974, se tomó la decisión en la asamblea del movimiento y con el apoyo del pueblo, de no celebrar el carnaval de Mérida y sí reclamar justicia ante el crimen cometido por el gobierno de Carlos Loret de Mola, exigir el fin de la represión desatada en contra de los obreros-estudiantes-activistas del movimiento y luchar por el cumplimiento del pliego petitorio reclamado al gobierno.

A través de volantes se difundió la decisión del movimiento de no celebrar el carnaval, testigos fieles de la época, puede leer en esos documentos el sentir de entonces: “Porque está reciente la dolorosa pérdida de nuestro compañero Efraín Calderón Lara y no vamos a ofender su memoria. NO HAREMOS CARNAVAL […] Porque estamos en estado de sitio y bailamos con la bayoneta en el pecho y bajo vigilancia de perros guardianes como si fuéramos un rebaño loco. NO HAREMOS CARNAVAL […] Porque no queremos ser payasos para los turistas ni títeres de los ricachones. NO HAREMOS CARNAVAL […] ¡Declaramos esta semana de duelo!”.

La no celebración del carnaval en 1974 reflejó la urgencia de justicia reclamada por los obreros que luchaban por sus derechos constitucionales vilipendiados por los patrones, razón por la cual surgió el sindicalismo independiente con el fin de garantizar el cuidado y ejercicio de los derechos laborales; la suspensión del carnaval fue entonces un derecho y una conquista proletaria-popular que no debe olvidarse y que debe divulgarse como parte de la contrahistoria necesaria para la reivindicación de la memoria del pueblo yucateco. Algo muy diferente a la obvia suspensión actual del carnaval por efectos de la pandemia utilizada con fines propagandísticos prelectorales, lo que demuestra la urgencia de conocer la historia en su totalidad para revertir los discursos ahistóricos y refrendar nuestra memoria colectiva, pues, como en aquellos años: “No es hora de fiestas, sino de condena a la agresión contra las libertades más caras a los hombres”.

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