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Una de las primeras cuestiones que resaltaron en la escena mundial al declararse la pandemia del coronavirus Covid-19, fue la endeble situación de la existencia de millones de seres humanos a lo largo del mundo, esto, debido a que las condiciones económicas de sobre-explotación incrementaron el empobrecimiento, la precariedad, la segregación y la marginación con el paso de los años, la desarticulación de los derechos sociales como la salud y el trabajo manifestaron su repercusión agudizada con los efectos de la pandemia que después de más de un año y más de tres millones de fallecidos aún sobrellevamos. La vulnerabilidad a la que se condenó a los trabajadores y trabajadoras en este tiempo aciago, ha ido alcanzando niveles de repercusión sumamente alarmantes, haciendo que sea indispensable reflexionar sobre el trabajo y su importancia para el desarrollo social y humano.

El trabajo es central por su importancia para la construcción de las sociedades y el desarrollo humano, sin la actividad creadora el ser humano no se distinguiría de ninguna otra especie, no alcanzaría los niveles de mejora que conocemos y que aún están por producirse. Carlos Marx en su obra La ideología alemana, establece que: “Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso éste que se haya condicionado por su organización corpórea. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material”. Al producir su vida material el ser humano se produce a sí mismo como un ser social, el carácter transformador de la humanidad es permanente, intentar regularlo o detenerlo es ir justamente en contra de la naturaleza humana, la alienación que convierte al trabajador y a la trabajadora en seres desposeídos de sí mismos, niega la naturaleza humana y los convierte en meros repetidores sin sentido, la falta de conciencia de clase hace que los trabajadores y trabajadoras sean explotadas y desprovistas de su sentido humano. La superación de la condición alienada pasa por el desarrollo de la conciencia de clase, la organización independiente y autónoma de todos los poderes y de la movilización a favor de sus derechos y de la transformación social para el beneficio de todos los oprimidos.

El reclamo social que cada Primero de Mayo se expresa por mejores condiciones de vida, por igualdad, democracia, derechos laborales, salud, libertad, justicia, equidad, tierra, pan, educación y demás necesidades humanas, requiere de la toma de conciencia de los trabajadores y las trabajadoras de su papel central en la sociedad como motores que impulsan el desarrollo, generan los valores y la riqueza, edifican los avances y dan con su actividad razón de ser a la humanidad, superar la alienación y enajenación contribuirá a poner fin a las laceraciones sociales que el capitalismo ha impuesto durante siglos, ese es el paso necesario para establecer una nueva sociedad basada en la dignidad humana sin explotadores ni explotados. Unido siempre el proletariado mundial se alzará por encima de la opresión. ¡Vivan los trabajadores y las trabajadoras! (continuará).

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